Capítulo 71: ¡Afortunadamente, ella tenía un hijo!
Aparte del título de «esposa del General», no tenía mucho para mostrar.
El nombre ‘Luo Xinglan’ era tabú en la residencia del General y nadie se atrevía a mencionarlo. Sin embargo, ese día Leng Xiangyu murmuró al respecto.
Su sirvienta, la Tía Lan Hong dijo, «Señora, no tiene que compararse con esa mujer, ella no es nada en el corazón del amo».
Leng Xiangyu se rio y dijo, «¿Qué sabes realmente? Esa mujer es diferente del resto. ¿Te das cuenta de que todas las amantes que tiene ahora tienen cierto parecido con Luo Xinglan? ¡Algunas tienen ojos que lucen como los suyos, algunas tienen bocas que se parecen a la suya y es tan ridículo que una de ellas tiene exactamente su mismo nombre! ¡Además, la Señora Zhou es mimada por él sólo por sus ojos y hoyuelos que se parecen a los de esa mujer!»
Luo Xinglan había fallecido hace casi 10 años. Los sirvientes y las criadas en la residencia habían cambiado varias veces en esos 10 años, por ello, nadie sabía la verdad y la mayoría de ni siquiera sabía cómo lucia.
Aunque la Tía Lan Hong era la sirvienta favorita de Leng Xiangyu, sólo inicio su servicio en la residencia del General hacia cinco o seis años. Después de escuchar lo que dijo Leng Xiangyu, se sorprendió al no conocer toda la historia de todas aquellas amantes.
Leng Xiangyu se dio cuenta de que había hablado de más, así que suspiró y dejó de hablar. Cambió el tema de conversación y preguntó, «¿tienes alguna noticia del segundo joven maestro?»
La Tía Lan Hong dijo, «No se preocupe, señora. Acabo de recibir el mensaje de que el joven maestro probablemente llegará en algunos días».
Leng Xiangyu se sintió aliviada y dijo, «Ve y limpia el patio del joven maestro. A él le gusta que todo esté limpio. No podrá dormir bien si esta polvoriento».
«No se preocupe, señora. Está preparado dado que tenemos a la sirvienta para limpiarlo todos los días. Por tanto, todo está en buenas condiciones».
Leng Xiangyu se sintió aliviada y pensó en lo afortunada que todavía era al tener un buen hijo.
Su hijo, quien era el único joven maestro de la familia, era su principal pilar de fuerza. Eso se debía a que nadie podía afectar su posición si su hijo estuviera cerca. En contraste, las otras amantes sólo obtendrían sus privilegios durante unos años.
Logró dejar de lado la depresión mientras pensaba en su hijo y siguió pidiéndole a la gente que se preparara para su regreso.
…
Gu Xietian no pasó la noche en el patio de la Señora Zhou, sino que sólo cenó con ella. No estuvo concentrado durante toda la cena y apenas escuchó lo que ella dijo.
Después de la cena, se marchó. No permitió que nadie lo siguiera mientras ingresaba al azar dentro de un pequeño patio.
El lugar era relativamente pequeño y estaba lejos de la casa principal. Había una cerradura colgando de una cadena en la puerta que ya estaba oxidada. La puerta estaba cubierta con una gruesa capa de polvo porque nadie la había visitado durante mucho tiempo.
Gu Xietian se detuvo frente a la puerta por un momento. Después de algo de tiempo, apretó sus dientes y rompió la cerradura. Después caminó hacia el patio.
Era bastante tranquilo en ese patio. Las malezas crecieron tanto que alcanzaban la altura de un humano normal. Las puertas y ventanas estaban rotas.
Gu Xietian se quedó allí y después empujó la puerta para entrar en la casa.
Las pantallas de la casa eran muy simples, pero como no había nadie para limpiar la casa, todos los muebles y pantallas estaban cubiertos con capas de polvo.
Había una gran cama en la habitación y una manta descolorida.
A Gu Xietian no le importo la suciedad. Lentamente se sentó en la orilla de la cama y tocó la manta. Cuando sus dedos se deslizaron a través de la manta, más polvo voló. Sintiéndose un poco incómodo, finalmente abrazó la manta entre sus brazos como si estuviera buscando el olor de una persona.
Sin embargo, ya habían pasado 10 años. A pesar de que ella era dueña de esa manta y la usaba todos los días, ¡nunca más pudo encontrar su aroma!
«Xing…», sostuvo la manta con fuerza hasta que sus uñas se pusieron blancas. «Estoy aquí y estoy aquí para visitarte. Han pasado tantos años, ¿te… te arrepientes?»