Capítulo 46 – Subiendo de Nivel

‘El bar de cuentos del Dragón de Bronce Rojo’ era una taberna ubicada entre la calle de Ponoa y el puente Traveller. Estaba abierto toda la noche y daba la bienvenida a todo tipo de personas, desde mercenarios, aventureros, prostitutas, y dudosos comerciantes.

Si uno era capaz de tolerar el ambiente caótico y las charlas vulgares, ese lugar de hecho era un buen lugar para pasar el rato. Había cerveza barata, camareras vestidas con ropas reveladoras y comida para saciar el estómago, e incluso si alguien tomara durante toda una noche, no gastaría más que unas pocas monedas de cobre, y no tenían que preocuparse de que los guardias los llevaran a la prisión.

Pero Freya estaba temblando al caminar hacia esa sucia zona. La joven muchacha del campo sostuvo firmemente el mango de su espada, y su mente se llenó con las insinuaciones de Brendel.

Bajó su rostro carmesí, y camino cuidadosamente a través de los espacios entre la multitud. Su cabello se erizo debido a la ansiedad en su corazón y sus pensamientos giraron rápidamente en todas direcciones. ¿Qué pasaría si alguien la molestaba? ¿Le Cortaría su mano? o ¿lo Apuñalaría?

Observando a las camareras vestidas con una ropa tan reveladora, sintió como sus orejas comenzaban a arder. Solo pudo pensar en ‘¿Cómo pueden usar algo como esto? ¿No tienen vergüenza?’.

Pronto se acercó al bar con ambas manos en su espada. El Regordete dueño de la taberna  que estaba sentado con su mano apoyando su mejilla la miró de arriba abajo, desde la parte superior de su cabeza hasta los pies.

«Este lugar no es para ti, pequeña señorita.»

Finalmente notó que Brendel le mintió. Apretó los dientes y llena de furia aflojo el agarre sobre la espada. Sin embargo, no quería desahogar su ira frente a un extraño y le preguntó con su cabeza agachada: «Disculpe, estoy aquí para reunir información de alguien…»

Leto miró como la cabeza de la joven estaba tan agachada que casi llega a la estructura de madera en el piso. No pudo evitar soltar una risita.

«Esta taberna es de hecho un lugar para reunir información, pero pequeña señorita, ¡no esta un lugar sencillo!»

«Lo sé, pagaré por la información. Por favor, ayúdeme.»

«Muy bien, ¿a quién estás buscando?»

«Hood, es un comerciante de pieles en el mercado de Ponoa.»

«Ese tipo, eh. ¿Eres su pariente?»

Freya sacudió la cabeza apresuradamente: «No, alguien me pidió que le pasara una carta.»

Leto agitó la cabeza, y en ese momento, un grupo de guardias salió apresuradamente por las puertas del bar. Pronto con agudeza observo como el cuerpo de la chica temblaba un poco. Había sido dueño ya de la taberna por más de una década, y sus habilidades de observación eran inigualables en las cercanías, por lo que descubrió que había algo inusual con ese pequeño detalle.

Y como si se estuviera convirtiendo en una obra real, un guardia regresó y gritó justo afuera de la puerta:»Oh sí, Leto, ¿has visto alguna gente sospechosa alrededor?»

Leto se puso de pie. Y observo a la chica fingiendo estar calmada, pero sus dedos decían lo contrarío y se estaban poniendo blancos por agarrar la espada fuertemente. Suspiró y preguntó: «¿Te están buscando?»

Freya lo miró sorprendida, estaba mas que lista para desenvainar su espada.

«No necesitas estar tensa, solo es un habito que desarrolle.»

Lo miró aturdido, pero se recompuso de inmediato y rápidamente dijo: «Tengo dinero, ¿puedes ocultarme?»

«Cien Tor, ¿los tienes?» Preguntó Leto con una sonrisa. Su bar siempre tenia personas dudosas rondando a su alrededor, y era algo común para él esconder a un criminal. Además esa chica atrajo su interes.

Un centenar de Tor era una moneda de plata, asintió rápidamente y se los entrego. Posteriormente caminó rápidamente hacia la parte posterior del bar y Leto hizo que su piel pareciera un barril de madera. Algunos guardias también fueron con el primer guardia y entraron al bar.

Ninguno de los clientes del bar los miro, o los señalo con el dedo. Había reglas en todos lugares, e incluso ese lugar de clase baja, tenía sus reglas también.

Esa zona era denominada «área gris». Los guardias de la ciudad buscarían información, al igual que los mercaderes y los ladrones. Ambos estaban consciente de la existencia del uno al otro, pero se aferraron a las reglas y no se enfrentaron abiertamente.

Eran las reglas de ese lugar.

Mientras Leto estaba a su lado, la ingenua Freya tenía una mentalidad diferente. Cuando se escondió en el barril oscuro, inmediatamente se arrepintió.

[Freya, ¿qué demonios estabas pensando? ¿Ni siquiera consideraste que podría traicionarte? ¿Eres incluso una capitana del tercer escuadrón de milicia?]

Escuchó la conversación entre el dueño y los guardias con un corazón tenso. Tenía un gran temor de que la tapa se abriera y la sacaran de inmediato. Aunque las cosas no estaban claras, ella sabía qué destino la esperaba si la atrapaban.

Pero después de un rato, escuchó a alguien tocando el barril.

«Se han ido, sal.»

Freya abrió el barril un poco y miro alrededor, al ver que los guardias se habían ido respiro profundamente. Luego se dio cuenta de que todos la miraban con una expresión desconcertada, y algunos de ellos incluso se alzaron las gafas con respeto.

«¡Nada mal, una pequeña muchacha como tú esta enfrentando a esos bastardos del ejército!»

«¡Aquí hay una bebida para ti!»

Freya se giro hacia el dueño con una cara roja: «Gracias.»

«No hay necesidad de agradecerme. Fueron cien Tor.» El regordete dueño se rió e hizo una seña a una chica en la habitación. Una chica con piel bronceada con trenzas pronto se acerco a lado de Freya.

«Esta es mi hija, deja que te lleve a la casa de Hood. Ah, es cierto, pequeña muchacha. Déjame darte un consejo. No te muevas solo en medio de la noche, ¿dónde están tus compañeros?»

Pensando en el patán de Brendel quiso enojarse pero no pudo hacerlo.

«Soy Sue». La niña la miró y estiro su mano: «Usualmente ayudo a padre a cuidar esta tienda, pero ahora soy libre. Ven conmigo.»

«Gracias, mi nombre es Freya.»

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«Alguien está intentando aprovecharse de la situación, mi señor.»

Dijo Ciel y miró al fuego desde un edificio lejano.

Brendel arrugó sus cejas. No creía que hubiera otras facciones en la ciudad. El enorme incendio en el parlamento no le ayudaba en los absoluto y, por el contrario,solo le causaba muchos problemas.

Pero este momento estaba realmente bien hecho. Tenía que hacerse internamente, y al menos sabía que habían escapado.

Pensando en la situación entonces, creyó que quizás era un noble de aquella noche.

[¿Pero quién? ¿Cuáles son sus objetivos?]

Después de pensar por un rato, desecho los pensamientos inútiles atrás de su cabeza. A pesar de que estaba disgustado por no haberlo hecho él, como un personaje sin importancia no tenía derecho a estar disgustado.

«Espero que esto no nos traiga muchos problemas.» Dijo: «Pero quizás no nos veríamos afectados. Sería bueno si recibimos ayuda, pensemos en nuestras propias tareas.»

«Pero mi señor, no me ha dicho lo que vamos a hacer.» Dijo Ciel.

«Alguien tomó prestada mi espada, así que tengo que recogerla.» El rey Oberg el séptimo que Brendel conocía no era un rey generoso, pero no sabía cuán cerca estaba con sus ayudantes cercanos. (TL: No estoy seguro si este rey se refiere al rey actual o al próximo rey futuro. En el capítulo 40, fue Oberg el sexto.)

«¿Quien?»

«Un conde.»

Ciel resopló: «Nunca he visto a nadie que no siga la ley como usted, mi señor. ¿De verdad cree que su cuello es más fuerte que la soga?»

«Cuando escapamos ya estábamos destinados hacer ahorcados. Si ese es el caso, ¿a quién le importa si se trata de una o dos cuerdas más?» Brendel se rió. Estaba bastante ansioso en verdad, pero descubrió que su escudero era bastante divertido.

«Eso es cierto, pero ¿qué va a hacer mi señor?»

«Atacar desde el frente, lo mejor que podemos hacer es que la conmoción sea lo más grande posible.»

Ciel miró a Brendel de cerca. A pesar de que Brendel estaba conversando, su rostro pálido y sus manos de aspecto húmedo delataban la tensión en su corazón. Aun así, todavía estaba planeando las cosas con calma y de manera precisa.

«¿Qué va a pasar si mueres?» Preguntó Brendel después de pensar por un momento.

«Una carta que muere en el campo de batalla irá al cementerio. Antes de que mi señor muera, me quedaré allí para siempre», dijo Ciel.

«Si ese es el caso, tengo que ser más cuidadoso.»

Brendel dijo mientras calculaba el tiempo restante en su corazón. Después de calcular todo, alzo su mano para agarrarse de la gárgola que estaba volando en el aire. Ciel también la agarró.

Los dos se miraron y asintieron. La gárgola voló rápidamente al aire, y bajo la protección de la noche, volaron hacia un pequeño bosque dentro de la fortaleza.

El viento silbó junto a ellos, y Ciel preguntó: «Mi señor, ¿está seguro de que el conde se está quedando en un bosque como este? ¿Y no dentro de ese pequeño castillo?»

Ciel señaló un pequeño castillo entre el río Pino y el río Webster.

«¿Qué dijiste, no puedo escuchar por el viento?»

«Dije, ¿mi señor no estamos volando incorrectamente?»

«Por supuesto que no, ¿dije que voy a pelear con el conde en este momento?»

«Entonces, ¿qué vamos a hacer?»

«¡Por supuesto que es para subir de nivel! Un obrero debe afilar sus herramientas si quiere hacer bien su trabajo.»

«¿Elevar el nivel? ¿Es alguna forma de lenguaje antiguo?»

«¡Cállate! Dejame decirte esto. En un juego siempre hay tres cosas. Técnica, equipamiento y estadísticas.» Brendel gritó en el viento: «Cuando mires estas tres cosas, una de ellas te ayudará. Si algún día vas a convertirte en un mago en toda reglar, me agradecerás por contarte este secreto.»

«¿Juego?»

«La vida humana es como un juego, y un juego refleja la vida humana, ¿lo entiendes?»

«De alguna manera lo entiendo. Mi señor es realmente sabio», Dijo Ciel con una cara mentirosa. Sólo podía pensar en el aire frío de la noche, mientras sentía sus miembros congelarse.

Brendel miró el bosque y volvió a calcular.

[A lo sumo quedan 15 minutos.]

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Dentro del castillo.

Un hombre de mediana edad estaba sentado en el sofá y observando la esbelta espada en su mano, antes de bajarla. Su expresión no cambió, aún conservaba un comportamiento frío. Pero el frío en sus ojos era más evidente.

«¿Qué piensas?» Preguntó la figura detrás de él.

«Esta debería ser esa espada. No sé cómo la consiguió ese joven, pero debe desaparecer de este mundo. Pero las dos mujeres a su lado, me interesan mucho.»

«Está bien tener un pasatiempo, pero la clave es no dejar que interfiera con tu trabajo.»

«Si no les doy pistas, ¿cómo pensarían esos tontos miopes en usar mi nombre para hacer cosas?»

Los labios delgados del hombre de mediana edad se alzaron en una sonrisa:»Lo dijiste correcto, está bien tener un pasatiempo.»

La figura sonrió a cambio y sus ojos se posaron sobre la espada:»¿Has encontrado algo?»

El hombre de mediana edad agitó la cabeza:»No es simple.»

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