Capítulo 478: Testigo del Establecimiento de la Nueva Ciudad

Después de demostrar su amor por el rey, Anna apoyó su cabeza en el pecho de Roland quien la acaricio.

«Su Alteza, estoy tan feliz… de haberlo conocido», le susurró. Su respiración había vuelto a la normalidad, después de todas las emociones.

«Llámame Roland.» Él acarició su largo cabello y le sonrió. «No hay nadie más cerca de todos modos, y nunca te he escuchado decir mi nombre.»

«Ro…land.»

«Eres una buena niña.» Acaricio sus oídos hasta que ella se rió, y luego exclamó: «En realidad… soy yo quien debería haber dicho eso. En el pasado, nunca imaginé que conocería a una chica tan radiante como tú.»

«¿Ni siquiera en el palacio?»

«No.» Roland negó con la cabeza sutilmente. «A veces, incluso creo que estoy soñando.»

Anna permaneció en silencio por un momento, y luego se acurrucó más cerca de Roland antes de decir: «Estoy aquí y no voy a ir a ningún lado.»

Esas palabras despertaron a roland de su aturdimiento. Recordó que ella le había dicho lo mismo antes.

«… solo soy una persona normal, pero no me importa eso. Solo quiero quedarme al lado de Su Alteza, nada más.»

«¿De qué estás hablando? No voy a ir a ningún lado.»

Ella es acaso la pequeña y frágil muchacha que estaba enrollada en una esquina de una celda de prisión, o la chica diligente que siempre practica su habilidad, o la audaz joven que fue capaz de invocar una gran bola de fuego y sellar la muralla de la ciudad, o la tímida doncella que me besó y acurruco su cabeza en mí, o la hermosa joven que me pidió que la acompañara en su Día del Despertar…

Esas escenas aparecieron en la cabeza de Roland una tras otra.

Sin darse cuenta, los dos habían acumulado tantos recuerdos juntos.

«…es verdad.» Deslizó su mano por el sedoso cabello de Anna y acarició su esbelta espalda. «Estás aquí conmigo.»

Los sentimientos son realmente intrigantes, pensó para sí mismo. Aunque estas no son más que palabras tontas y sin sentido, que calientan y derriten los corazones como ninguna otra cosa puede hacerlo.

Perdido en su silencio, pensando queda había quedo dormida, ella le habló:

«Soy una bruja.»

«Lo sé.»

«La hermana Wendy me dijo que las brujas son infértiles», murmuró Anna. «Esto será problemático para ti.»

«No hay ningún problema», respondió Roland asertivamente. «Comparado con la inminente tercera batalla de la Voluntad Divina, esto no es nada.» Ya había pasado tiempo considerando cómo organizar aquello de la sucesión, pero lo suspendió después de escuchar el informe de Agatha. La batalla que decidiría el destino de las personas estaba a la vuelta de la esquina. Todos los reinos serían completamente diezmados si no fueran capaces de derrotar a los diablos. Comparado con eso, el problema de quien lo sucedería no era importante.

Se detuvo momentáneamente cuando pensó en ello. Después de un rato, continuó, «En realidad, estaba un poco preocupado antes.»

«¿Acerca de?»

«Me preocupaba que usaras esa razón para rechazarme.»

«¿Por qué?» Anna pareció desconcertada. «Quiero estar contigo, no importa si soy una bruja o no.»

Roland soltó una carcajada cuando escuchó su respuesta. «De hecho, desde que conocí a Anna, ella siempre ha sido así… sencilla, sin andarse por las ramas, y expresiva concualquier idea que haya tenido.

Mientras charlaban, Roland sintió a su cuerpo revitalizarse. Sintiendo los cambios, Anna lo besó en el cuello y se subió encima de él…

La noche todavía era muy joven.

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Al día siguiente, Roland se despertó mucho más tarde de lo habitual. Cuando abrió los ojos, el sol ya estaba encima del castillo.

Miró a su lado y se sorprendió un poco. Anna no estaba en ninguna parte. «¿Podría ser que… lo que sucedió anoche fue simplemente un sueño?» cuando miro hacia abajo, suspiró de alivio. Mechones de pelo rubio estaban en la almohada, una leve fragancia quedo impregnada en su ropa.

«¿Qué estás haciendo?» La voz de Anna se escucho encima de él.

Roland alzo la cabeza y se sintió incómodo; parecía desagradable olfateando todo el cuerpo mientras yacía sobre la almohada. «Ejem, solo estaba contando los mechones de cabello que dejaste. Oye, ¿cuándo te levantaste?»

«Fui a traerte el desayuno.» Ella colocó el plato que estaba sosteniendo sobre la mesita de noche. Sus acciones y movimientos parecían un poco diferentes a su yo habitual. «Te vi dormido profundamente cuando me desperté, que no quise molestarte.»

«Lo siento», dijo disculpándose Roland, «Debería haber ayudado.» Después de tanta actividad física durante la noche, Roland temía que se sintiera incómoda a pesar de sus excepcionales capacidades de recuperación.

«Qué absurdo.» Anna se rió dócilmente. «Eres un príncipe.»

Él negó con la cabeza y no dijo una palabra más. En cambio, la tomó en sus brazos. Después de abrazarse un rato, ella le dio unas palmaditas a su espalda. «Está bien, es suficiente. Ya que estás despierto, date prisa y come tu desayuno. Todavía tengo trabajo que hacer hoy.»

«¿No deberías descansar unos días más?»

«No», Anna respondió seriamente. «Tenemos que enfrentar a los diablos pronto. La señorita Soraya y la señorita Agatha están trabajando arduamente, y por lo tanto no es correcto que me relaje.» Ella sonrió dulcemente. «Tú también… Roland»

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Después de que Anna se marchar, el príncipe se dirigió a su oficina con buen humor. Cuando abrió la puerta, se sorprendió al ver a Tilly esperándolo.

«Buenos días.» saludó. «¿Hay algún problema?»

«Ya es mediodía.» Tilly le devolvió la sonrisa. «Y pareces haber tenido un buen sueño.»

«¿Se nota?» Roland puso una mano alrededor de su boca.

«Por supuesto, estas sonriente hoy.» Ella encogió los hombros y la sonrisa en su rostro desapareció. «Esta vez vine a despedirme.»

Roland quedo aturdido. «¿Despedirte? ¿Regresaras a la isla durmiente?»

«Ya he estado aquí mucho tiempo. Aunque he mantenido contacto con los Fiordos por cartas, tengo… que volver tarde o temprano. Ahora que los meses de los demonios han terminado, el objetivo de mi viaje ha terminado.» Se puso de pie y caminó hacia la ventana. «No te preocupes. Aunque este al otro lado del mar, te brindaré todo mi apoyo para luchar contra la iglesia y los diablos.»

«¿No puedes quedarte y establecerte aquí en la Región Occidental?» Roland hizo un último intento para convencerla de que se quedara. «Hay una gran cantidad de tierra sin ocupar en la orilla sur del río Redwater. Puede asentar a todas las brujas allí.»

«Hemos discutido esto antes.» Tilly suspiró ligeramente. «No es ningun problema de residencia.»

Parece que ella ha tomado una decisión, Roland lo reconoció de mala gana. Aunque entendió que la decisión era una señal de su madurez política y su responsabilidad como líder, no quedo contento con eso. «Al menos quédate una semana más. Prepararé algunas cosas útiles para las brujas en los Fiordos.»

«¿Oh?» Tilly se giro y lo miró. «¿Qué son?»

«Libros, material didáctico y algunos ejercicios.» Dijo mientras se limpiaba las uñas. «Esto no solo te ahorrará la molestia de hacer copias, sino que también mejorará su eficacia de aprendizaje. Además, empacaré algunos revólveres. Podrás usarlos como autoprotección en caso de que encuentres enemigos equipados con Piedras Represalias de Dios. También habrá dos maquinas de vapor que podrás usar para bombear agua y extraer sal.»

«Ya veo…» Tilly se giro y dijo. «Muchas gracias.»

«Y está el Día de presentar a la ciudad.» Roland dijo, enfatizando cada palabra. «Espero que ese día, puedan regresar para presenciar el establecimiento de la Ciudad de Neverwinter.»