Capítulo 267: El Final Predestinado
Mayne atravesó los sombríos corredores antes de bajar la jaula colgante a las profundidades, llegando al templo secreto dentro de la gigantesca cavidad.
Su excelencia O’Brien ya estaba esperando en la entrada.
Parecía haber envejecido desde la última vez que lo miro. Tenía arrugas extendidas como una telaraña desde las esquinas de sus ojos hundidos hacia dentro y sobre sus mejillas. Sin embargo, su sonrisa seguía siendo igual de suave y llena de preocupación. Mayne no pudo evitar que sus ojos se humedecieran al verlo. Rápidamente se hincó de rodillas, “Su Santidad, nosotros…”
“Levántate, niño”, la voz del Papa era suave y tranquila. “He oído que te has encontrado con algunos problemas. Sígueme al salón y podemos hablar”.
Hoy no era el Día de la Conversión, por lo que las paredes del salón no estaban decoradas con tantas velas como estrellas en el cielo esta vez. En cambio, solo unas pocas velas habían sido colocadas en la esquina. El Papa regresó al asiento del Señor, exhalo alivio después de sentarse. “Explique, solo lo que sucedió afuera”.
Mayne se dio cuenta completamente de la pesadez de la responsabilidad de Su Santidad O’Brien. No era que Su Santidad no pudiera encontrar noticias desde fuera de la Ciudad Santa, simplemente no tenía el tiempo suficiente para prestar atención a asuntos triviales. Como resultado de todo ello, los tres arzobispos habían sido establecidos y eran los encargados de organizarse para administrar todos los asuntos religiosos. Asegurándose así de evitar molestar a Su Santidad con todos aquellos asuntos tanto como sea posible, pero la actual situación problemática era algo que él mismo no podía resolver.
Mayne bruscamente comenzó a narrar los asuntos que tenía, una noticia a la vez de principio a fin.
“Heather está muerta…” Después de escuchar todo, O’Brian permaneció en silencio durante un largo tiempo, después soltó un profundo suspiro antes de decir: “Poseía un agudo sentido de la observación y era una niña inteligente y devota, la he visto crecer lentamente…”
“Siéntase libre de la pena, Su Santidad”.
“El asesino debe ser castigado”, asintió el Papa. “¿Cómo está la situación actual, García y el Reino de Wolfsheart se ayudan mutuamente? ¿No está mostrando el nuevo veneno algún efecto?”.
“Durante el ataque y la captura del Castillo Roto, ya mostró su efecto. Después de un mes, todos los defensores de la fortaleza cayeron muertos, y el Ejército de Jueces pudo asaltar rápidamente la ciudad. No encontraron casi ningún alma viviente dentro de las áreas residenciales. Sin embargo, durante el ataque hacia la Ciudad de Wolfsheart, parece que el veneno no pudo tener la misma influencia y el enemigo sigue siendo tan renuente.” Mayne informó.
“Cometiste dos errores”, dijo O’Brien lentamente. “La enfermedad causada por el veneno llevará a la muerte dentro de siete a diez días. Deberías haber aprovechado el primer brote de la enfermedad para atacar, luego rescatar rápidamente y dar tratamiento médico a los residentes dentro de la ciudad. Eso habría reducido significativamente su hostilidad. No olvides que lo que más necesitamos es obtener la mayor cantidad de población posible, no una ciudad fantasma.
El segundo punto es que esperaste un mes para volver atacar, aunque al hacerlo de esa manera, fuiste capaz de reducir las bajas a lo menor posible, también le diste tiempo suficiente al enemigo para responder, lo cual les dio tiempo suficiente para encontrar una forma de curar la enfermedad, La esencia del nuevo veneno era la magia que transforma las bestias demoníacas. Según lo que dice Canon of Magic, hay más de 70 tipos de habilidades que pueden contener las infecciones, y también más de 30 tipos que pueden exterminarla. Al final, no es sorprendente que haya tal bruja en una ciudad llena de decenas de miles de personas”.
“¿Quieres decir que se confabularon con las brujas?”.
“Al final, al enfrentar una crisis de vida o muerte, a nadie le importará si son los secuaces del diablo o no”, murmuró el Papa.
“No importa si esas brujas tomaron la iniciativa de salir solas, o si fueron desenmascaradas y obligadas a tratar la plaga, ambas posibilidades parecen malas noticias para la Iglesia. Si realmente pueden detener el impulso de nuestro ataque, es inevitable que la reputación de las brujas sufra cambios dramáticos, incluso tan lejos… que puedan ser consideradas como heroínas”.
“Todo esto es mi culpa”, dijo Mayne mientras bajaba la cabeza.
“Ciertamente fue un error, pero no grave. La razón por la que usaste esta táctica fue para reducir las pérdidas de nuestro Ejército de Jueces y del Ejército de Castigo de Dios” O’Brien usó su cetro para golpear a Mayne en el hombro. “Además, el hecho de que la Tercera Princesa de Graycastle García y el Reino de Wolfsheart trabajen juntos también es una oportunidad para nosotros”.
“Op … ¿Oportunidad?”, Preguntó sorprendido el obispo.
“¡Está bien! De esta manera tendremos la oportunidad de atrapar a todos en una red,” O’Brien se puso de pie, “Ven conmigo, sígueme”.
Escoltados por guardias, Mayne siguió al Papa afuera de la Templo Secreto Pivotal, y caminaron lentamente hacia las profundidades de la cueva. Los sombríos rayos de luz provenientes de las inmensas Piedras Represalias de Dios iluminaban el camino bajo sus pies, gradualmente, volviéndose más oscuros y oscuros, hasta que Mayne ya no pudo evitar mirar hacia atrás, solo para ver que el Templo Secreto Pivotal y las Piedras Represalias de Dios ya estaba a una gran distancia detrás de ellos. Al final, incluso se hizo necesario que los guardias encienden antorchas para evitar que tropezaran con los escombros que se encontraban en el suelo.
“Estamos… yendo a dónde?”.
“Ya estamos allí, niño”, Su Santidad O’Brian detuvo sus pasos, respiro un poco apresuro, “Sigh(suspiro) … Me estoy poniendo viejo, con este corto viaje, ya he gastado una gran cantidad de energía…”
Un guardia se acercó y trato de apoyarlo sobre él, “Su Santidad, permítame llevarlo”.
“Eso no es necesario, un breve descanso será suficiente”, después de mencionar eso, el Papa se mantuvo en su lugar y trató de recuperar el aliento, después ordenó: “Enciende el brasero”.
En ese momento, el Obispo notó que había unas cuantas torres altas erigidas al lado del camino de piedra, pero si los guardias con sus antorchas no se hubieran acercado a ellas, habría sido difícil para una persona promedio encontrar esas torres de metal escondidas en la oscuridad.
Los guardias subieron las escaleras y encendieron el aceite en la parte superior de las mismas. Inmediatamente varios grupos de llamas deslumbrantes se observaron. Mayne entrecerró los ojos para adaptarse lentamente al cambio en la iluminación, antes de que pudiera mirar hacia adelante.
En la luz parpadeante, un lienzo polvoriento apareció frente a todos, era alto, abultado, y aparentemente cubría algo grande.
“Originalmente se planeó que esperáramos dos años más antes de que tomáramos esto para ayudar a resistir contra los ataques de las bestias demoníacas aún más feroces, pero ahora parece que tenemos que cambiar la fecha.” O’Brien agitó su mano y ordenó: “Quítale la tela”.
“Esto es …” Cuando el lienzo cayo, Mayne no pudo creer lo que sus ojos miraban. Delante de él había se encontraba un enorme y feroz carruaje de hierro de cuatro ruedas; solo sus ruedas ya eran más altas que él. Tampoco tenía la apariencia de un carruaje ordinario. Más bien, tenía una feroz rampa de metal en forma de cuerno, el armazón estaba hecho de huesos de bestias y las áreas entre los marcos habían sido cerradas con escudos de huesos de púas, con un tamaño de tres a cuatro puertas grandes.
Había dos postes de hierro perfectamente rectos con extremos puntiagudos, uno a la izquierda y otro a la derecha, los cuales se encontraban extendidos a través de las aberturas en el escudo y apuntaban hacia adelante, como si estuvieran listos para disparar flechas. Además, otra docena de estos postes de metal colgaban de ambos lados del carro de hierro, cada uno era tan grueso como su propio muslo, con un lustre oscuro y metálico brillando bajo la luz del brasero.
“Es un cañón lo llamó ‘Bestia de asedio’”. El Papa caminó hacia el costado del vagón y palmeó los duros postes de hierro. “Se basa en el poder mágico para operar y necesita el poder de tres o cuatro brujas para que funcione. La distancia de ataque de la bestia de asedio es mucho mayor que la de un trebuchet o ballesta, y para la muralla típica de la ciudad, es muy difícil resistir el poder destructible de estas flechas de hierro. Los árboles gigantes con los que construyen los barcos son iguales a los delgados que están delante de ti. No importa si es para destruir las fuertes murallas de la Ciudad de Wolfsheart o para evitar que la Flota Vela Negra avance más, sería muy fácil si usamos esto”.
“Esto … ¿es también un arma desarrollada por el templo secreto?”
“No”, O’Brian negó con la cabeza, “Deberías poder adivinar, esto viene de nuestros enemigos, es del diablo del infierno. Esta es también la razón por la cual la Iglesia esconde la Bestia de Asedio aquí en las profundidades de la cueva. Recuerda, cuando lo uses, asegúrate de ocultar su paradero tanto como sea posible, no permitas que ningún civil lo vea”.
“Lo entiendo”, dijo Mayne mientras inclinaba su torso.
¿Cómo es posible que las brujas puedan manipular el arma del Diablo? ¿Poseen el mismo tipo de magia que los humanos? Él se tragó todas sus dudas y no continuó preguntando. Obviamente, solo después de convertirse en el nuevo Papa podría entender todas estas cosas.
“Además, para evitar que García y el Rey de Wolfsheart huyan de nuevo, enviare a dos Purificadoras para que te ayuden durante el combate”, dijo el Papa.
“Nadie puede escapar de sus manos … Vete, trae de vuelta la sangre de esos blasfemos por el bien de la cena de despedida de Heather”.
¡Su Santidad está enviando a Purificadoras! Quedó conmocionado hasta el fondo, las brujas que fueron criadas y permitidas para sobrevivir por la Iglesia fueron llamadas Purificadoras. Pero para convertirse en las subordinadas de Su Santidad, solo se seleccionaron a las más poderosas de las diez mil, sus habilidades ni siquiera se encontraban registradas como el Cañón de Magia. ¡Por lo que compararlas con las tropas bajo el mando Heather, Tayfun o las de él mismo era como comparar el cielo con la tierra! Con Su Santidad ahora diciendo personalmente que no podrían escapar, el final de los dos ya estaba predestinado a suceder.
“Como ordene, Su Santidad”, respondió Mayne con entusiasmo.