Capítulo 1027: Final
Antes de que el eco se desvaneciera, Aethernia comenzó a transformarse. La barrera que Han Shuo destruyó se reparó instantáneamente por sí misma, envolviendo a Aethernia en luces incandescentes atrapando a todos los intrusos en el interior.
Luego vino una serie de aterradoras explosiones, todas tan poderosas que causaron que toda la ciudad se sacudiera. Un enorme huevo emergió desde el centro de Aethernia entre las explosiones.
Inmediatamente, las energías elementales de todo el universo comenzaron a fluir hacia el huevo, cubriendo su superficie con coloridas rayas que se movían. Luego de un tiempo, el enorme huevo se agrietó.
Una deslumbrante mujer emergió con una ligera sonrisa en su rostro, luciendo un par de ojos encantadores que parecían tan profundos que parecían contener galaxias en su interior. Su lustroso cabello brillaba con todos los colores y su piel tenía un radiante tono translúcido, extendiéndose a través de su voluptuoso cuerpo desnudo. Seguramente, el concepto mismo de belleza se derivaba de la descripción de su apariencia.
Luego, con un movimiento de su mano, el huevo partido brillo y se transformó en un complejo patrón de líneas que se envolvió fuertemente alrededor de su cuerpo, formando un extraño y aun así hermoso patrón. El halo a su alrededor se volvió más distintivo mientras exudaba gradualmente un aura austera e intimidante que seguía volviéndose más fuerte con el tiempo. Los Doce Dioses Supremos inmediatamente centraron sus miradas en ella, percibiéndola como una amenaza hostil mientras sus rostros se volvieron graves y pálidos.
“Madre de Todo”, saludo Althea con una voz respetuosa antes de girar a sus compañeros y gritar con severidad, “¿qué están esperando?”
Inmediatamente, los Dioses Supremos dejaron ir toda la vacilación en sus mentes y activaron sus Epítomes. Algunos los sostuvieron en sus manos, otros lo llevaban en sus pechos y algunos lo manifestaron en sus ojos.
Si alguna vez pudieran tener una oportunidad en contra de la Madre de Todo, sería posible si atacaban con todo lo que tenían. Canalizando sus fuerzas a través de los Epítomes con lo que llegaron a dominar con el poder de la fe, desataron todo su poder apocalíptico, empujando el poder de sus Epítomes hasta sus límites desde el comienzo con la esperanza de que podrían aniquilar a la Madre de Todo. Fuego ardiente, hielo frígido, rayos furiosos, vientos rugientes, luces cegadoras, oscuridad que lo consumía todo y otras energías fueron hacia ella, pero esta no parecía ni un poco preocupada.
“Oh, mis adorables hijos, fui YO quien les brindó sus poderes. ¿Cómo podrían lastimarme a MI con lo que les regale en primer lugar?” la Madre de Todo remarcó con una sonrisa benevolente, como si estuviera reprendiendo a pequeños traviesos. Deslumbrantes e incandescentes rayos de luz repentinamente se dispararon desde su cuerpo antes de entretejerse y formar una barrera similar a la que envolvía Aethernia.
El ataque con todo de los Dioses Supremos chocó con la barrera que ella trajo a la existencia, pero ni una sola explosión o sonido se pudo escuchar. Sus ataques eran como agua que estaba siendo vertida en el océano, sin causar la menor perturbación o salpicadura. No hacía falta decirlo, para su horror en alza, no dañaron ni en lo más mínimo a la Madre de Todo. Algunos incluso estaban visiblemente aterrados.
“Todos ustedes nacieron en este universo y todo lo que tienen les fue dado por MI. Los crié a todos ustedes, otorgándoles poder y les dejé comandar MIS planos. Aun así, desean traicionarme a MI. ¡¿Así es como ustedes le pagan a SU MADRE?!” dijo la Madre de Todo con la misma sonrisa.
Luego, los extraños patrones adheridos a su perfecto cuerpo comenzaron a brillar y moverse mientras la barrera incandescente se desintegraba en incontables luces que fluyeron hacia su cuerpo, incrementando su ya de por sí aterradora aura con incluso más terror y estilo elegante, haciendo que el colorido halo a su alrededor tomara una forma más corpórea. Incluso su piel parecía más brillante y más magnífica.
Las apariencias en los rostros de los Dioses Supremos se volvieron incluso más amargas, habiendo sido completamente abrumados por la habilidad de la Madre de Todo para volver su ataque inútil y convertirlo en SU alimento.
“No negamos que nos diste todo lo que tenemos, pero no fue por una buena intención de tu parte. Sólo querías convertirnos en tus sirvientes para mantener tu agarre en este universo. A pesar de poseer el Epítome, sólo podemos pedir prestado su poder, pero nunca lo hemos poseído verdaderamente. Nunca nos trataste como tus propios hijos, sino como tus esclavos”, dijo Althea tranquilamente, disparándole una mirada sombría a la Madre de Todo.
“¿Y? ¿Qué hay de malo con eso?” La sonrisa en la Madre de Todo permaneció cálida y amable, “ustedes son MIS hijos. Es justo que tomen parte de MI trabajo y gran diseño. Y tú, Althea, eres mi favorita por la más impresionante de MIS hijos. ¿Pero realmente piensas que puedes lastimarme a MI sólo uniendo fuerzas con ellos?”
“Desde luego que no. Sabía que nunca seríamos capaces de lastimarte. Pudiste acabar con facilidad con nosotros doce sin siquiera sudar incluso cuando estabas seriamente lastimada y con sólo una fracción de tu poder. Podrías hacer eso, sin embargo, no recibirías un suministro constante de poder de la fe, así que elegiste controlarnos a través de los Doce Epítomes como siempre lo has hecho”.
“Es correcto”, la Madre de Todo parecía satisfecha. “En efecto eres la más lista de MIS hijos. Así es, deliberadamente perdoné sus vidas. Si los hubiera asesinado no habría obtenido semejantes corrientes de poder de la fe, ya que elegir nuevos Dioses Supremos con el Epítome involucra tiempo y problemas. Esa es la única razón por la que todavía existen”.
Todos los Dioses Supremos excepto por Althea estaban sorprendidos, incluso Han Shuo y Han Hao se sorprendieron al saber eso.
“Althea, ¿qué quieres decir?” Monroe estaba horrorizada y aterrada. “¿Estás diciendo que debimos morir hace mucho tiempo? ¿Qué nos dejó vivir, pero no por qué no pudo acabarnos? Entonces, ¿el trabajo que hemos estado haciendo todos estos años ha sido en vano? ¿Nuestro destino estaba escrito desde el comienzo? ¡Tu perra! ¡Sabías todo esto y lo mantuviste solo para ti! ¡Jódete, Althea, desgraciada perra traicionera!” Monroe, la Diosa del Agua, ya no pudo soportar después de descubrir la verdad.
“¿No es eso mejor? Si te hubiera contado la verdad en aquel entonces, tu vida habría estado llena de miedo y no habrías llevado a cabo mis órdenes. Al menos te di un propósito en la vida”, respondió Althea indiferente.
“¡¿Cómo pudiste hacernos esto?!”, gritó Lyna.
“Nuestro poder viene de la Madre de Todo. Sin importar que tan débil este, no podemos acabar con ELLA. ¡Este es un hecho que nadie puede cambiar!”
Althea giró para observar con calma a la Madre de Todo y preguntó, “nos dejaste con vida por tanto tiempo hasta este momento para poder recuperar nuestro poder en este día, ¿cierto? Y una vez que absorbas nuestra energía, recuperaras completamente tu poder y liberarás los Epítomes una vez más para criar otro ciclo de Dioses Supremos, ¿correcto?”
“Al parecer pasé por algo algunas cosas después de que fui herida. Althea, ¿has removido el sello?” la Madre de Todo alzó gentilmente una ceja como si algo estuviera fuera de sus expectativas.
“Si, lo he hecho. Cada pocos billones de años, reúnes a todos los Dioses Supremos con el Epítome, asimilas sus energías, aniquilas sus cuerpos y almas y selecciona un nuevo grupo de portadores de los Epítomes – pero yo siempre soy perdonada. En cada ciclo, tú sellas mis recuerdos y algo de mis poderes antes de hacer que reencarne para convertirme en la Diosa del Destino una y otra vez. Si mis cuentas son correctas, han sido nueve ciclos y todos los 99 Dioses Supremos tuvieron sus energías tomadas y sus almas destruidas. ¡Si no fuera por esa persona lastimándote tan seriamente, todavía estaría cegada y alejada de la verdadera esencia del Destino y seguiría siendo tu marioneta!”
“Oh, así que has descubierto tu pasado. Gran cosa. Pero, ¿y qué? ¿Qué puedes hacer al respecto? Pronto, los despojaré a todos de sus poderes. Y tú, Althea, tendrás tus recuerdos sellados una vez más. Reencarnarás una y otra vez, manejando por mí la trayectoria del destino del universo y me alimentaras con la energía del destino de cada parte del universo. ¡Este es tu destino como siempre lo ha sido, así lo es y así lo será!”
La Madre de Todo puso sus manos juntas, causando que sus ojos brillaran como un par de soles ardientes. Repentinamente, doce vasijas brillantes de diferentes colores emergieron desde cada esquina de Aethernia, cada una emanando un aura distintiva correspondiente a cada una de las Doce Fuerzas Fundamentales mientras una inmensa energía se agitaba.
“¡Las Vasijas de los Epítomes!” gritó Azdins con terror. El Epítome en su pecho comenzó a enloquecer y lo arrastró hacia una de las Vasijas de los Epítomes.
No era sólo Azdins, todos los Dioses Supremos con el Epítome, excepto por Han Hao, comenzaron a perder el control de sus Epítomes y de sí mismos. Luchando con todas sus fuerzas, no podían detenerse de ser arrastrados hacia sus respectivas vasijas.
“¡No puedo resistirme, pero puedo asesinarlos a ellos!” Althea repentinamente dejó salir un chillido salvaje y el Espejo del Destino en su mano brillo con unas luces extrañas y coloridas. Finas hebras, representando las órbitas de la vida alzándose del espejo y enredándose unas con otras. Muy pronto, los billones de hebras se entrelazaron para formar once hebras gruesas y coloridas. Tan pronto como esas doce hebras tomaron forma, todos los Dioses Supremos sintieron un tirón en sus almas divinas, causando que se sacudieran una vez más.
“Althea, ¡¿qué demonios estás haciendo?!” Grito Nestor, absolutamente horrorizado.
“¡Nunca podrás escapar de ELLA, pero por lo menos, puedo asegurarme de que tu muerte no sea en vano!” Althea apretó los dientes y comenzó a tirar de las doce gruesas hebras con toda su fuerza.
“¡Maldición, Althea!” la Madre de Todo, quien todo el tiempo parecía tranquila y despreocupada, finalmente mostró un rastro de una verdadera emoción, ira. Señaló hacia Althea y disparó una corriente de rayos coloridos en su dirección.
Sabiendo que no podría resistir el poder, la diosa inmediatamente giró hacia Han Shuo y gritó con una voz de pánico, “¡ayúdame, Han Shuo! ¡Todas estas almas que he reunido de todas esas guerras han sido para este momento! ¡Una vez que las hebras en mi espejo se rompan, sus almas se partirán con sus Epítomes y la Madre de Todo se debilitara! ¡Sólo entonces tendrás una oportunidad para asesinarla!”
“¡Han Hao, ataca!” Han Shuo ordenó después de tomar su decisión en una fracción de segundo antes de cargar hacia Althea. Él le lanzó el Caldero de la Miríada de Demonios hacia ella mientras una luz negra emergía desde este y envolvía a Althea en una barrera.
Incluso aunque eso significaba que Fernando, el Dios Supremo del Espacio perecería, esta era la única y real oportunidad de asesinar a la Madre de Todo. Era una pelea por la supervivencia del mundo y la suya, algo que él tenía que hacer incluso si eso significaba sacrificar un buen amigo.
Las dos energías representantes del pináculo del poder de sus respectivos universos chocaron, creando un estallido cegador de luz que ilumino cada pulgada de Aethernia. El cuerpo de Han Shuo tembló mientras apenas se las arreglaba para resistir el ataque de la Madre de Todo.
“Han Shuo, ¿piensas que puedes pelear conmigo? ¡Tu poder no está siquiera cerca del que ÉL tenía!” remarcó la Madre de Todo antes de hacer gestos, enviando once halos para envolver a los once Dioses Supremos.
“¡Oh, no! Con esas barreras, sus Epítomes permanecerán intactos incluso si parto sus almas. ¡Han Shuo, debes destruir esas barreras o no seré capaz de destruir sus Epítomes!” Althea exclamó.
“¡Entendido!”
De la nada, una figura majestuosa utilizando una extraña energía rasgo a través de la barrera de Aethernia y aterrizó ante la Madre de Todo. Era la encarnación de Han Shuo, ahora ya no estaba incompleta y combinada a la fuerza utilizando el edicto del espacio como hace dos siglos. Ahora, su rostro era simétrico y sin fallas.
En aquel entonces, como su cuerpo principal permanecía dentro de la Cosechadora de Yin Místico para ser reforjado, no tenía tiempo en absoluto para intimar con ninguna de sus mujeres. Eventualmente, Rose se lanzó sobre su encarnación. Habiendo practicado esta abstinencia involuntaria por tanto tiempo, él no pudo soportarlo y fue a consumar los deliciosos frutos de sus relaciones.
Mientras utilizaba su habitual técnica de copulación demoníaca del intercambio de Ying Yang, descubrió que las dos partes de sus encarnaciones comenzaron a mostrar signos de armonía. Desde ese punto en adelante, Han Shuo comenzó su viaje de placentera cultivación con sus mujeres en el Pandemonio. Gracias al extenso tamaño de su harem, pudo involucrarse en una cultivación sin parar e hizo rápidos progresos. Eventualmente, las dos partes de su encarnación se unieron completamente y fusionaron hacía treinta años.
“¡¿Oh?!” El rostro de la Madre de Todo se sacudió ligeramente mientras ella observaba al otro Han Shuo. Exclamó, “no está mal, nada mal en absoluto, te las has arreglado para fusionar las Doce Fuerzas Fundamentales en ese cuerpo. Es comparable al mío en mi juventud. ¡Excelente! ¡Puedo asimilar directamente este cuerpo tuyo y hacer crecer mi poder a una nueva altura!”
«¡Han Hao, ataca!” gritó Han Shuo. Su cuerpo principal y su encarnación cargaron hacia la Madre de Todo. Mientras tanto, Han Hao, quien estaba en su Trono de Huesos Blancos, activo las siete púas de hueso en su espalda, liberando un estallido de aura llena de un extremo miedo, desesperación y odio. Sus siete púas de hueso asaltaron las brillantes barreras que envolvían a los Dioses Supremos mientras él cargaba hacia la Madre de Todo junto a su padre.
Han Shuo envío cien mil demonios del caldero mientras su encarnación cargaba las Doce Fuerzas Fundamentales en un rayo gigantesco. Han Hao concentró su energía negativa en su lanza de hueso. Los tres atacaron con todo su poder. Si hubiera sido cualquiera de los Dioses Supremos con el Epítome, no tendrían la oportunidad de sobrevivir a este ataque.
La Madre de Todo puso una apariencia grave. Repentinamente, una extraña luz destelló en sus ojos y se encogió en una esfera, una vez más envolviéndose en un cascarón gigante. Los ataques aterrizaron en el escudo produciendo fuertes explosiones, pero no pareció partirse en absoluto. Parecía como si la energía de la encarnación de Han Shuo no tuvó mucho efecto en el cascarón. Sólo su energía demoníaca y la energía negativa de Han Hao causaron que el cascarón se sacudiera.
“¡Continua!” gritó Han Shuo. Los cientos de miles de demonios emergieron desde el caldero y se unieron al brazo de Han Shuo, formando un enorme y aterrador puño. Golpeo el cascarón con todo su poder.
El ataque contenía todo el poder de su cuerpo principal y cada demonio en el caldero. Era el ataque final de Han Shuo. Cuando este aterrizó, un timbre agudo pudo ser escuchado mientras grietas finalmente se formaban en el cascarón.
Antes de que él pudiera lanzar un segundo golpe, la Madre de Todo volvió a emerger con trozos de cascarón pegados a su piel, formando líneas coloridas. Su brillante y translúcida piel parecía haberse atenuado un poco. Se retiró rápidamente a una gran distancia antes de quejarse, “¡¿cómo te atreves?! ¡Soy el Creador! ¡Adórame!”
Luego, realizó un extraño gesto con sus dos manos, causando que una nueva Vasija del Epítome apareciera de la nada. Esta vasija brillaba con un brillo oscuro y parecía mucho más grande que las otras. Esta emitía un brillo con un poder más antiguo y místico, haciendo eco no sólo con el aura de la Madre de Todo, también con el aura siniestra de Han Shuo. Tan pronto como la Vasija del Epítome apareció, esta atravesó el cielo casi instantáneamente y se colocó en lo alto de la cabeza de Han Hao.
Inmediatamente, él comenzó a mirar en blanco en la dirección de la Madre de Todo. Sus siete púas que se estaban disparando hacia los otros Dioses Supremos con el Epítome repentinamente se congelaron en medio del aire.
“Han Hao, eres mi hijo. ¡Mi único hijo!” dijo la Madre de Todo con una voz cálida y amable mientras le lanzaba una mirada amorosa. Sonrió y preguntó, “tu padre quiere asesinarme, quiere matar a Mamá. Hijo, ¿vas a dejar que tu padre mate a Mamá?”
“No”, respondió Han Hao con una voz monótona. Después de observar por un tiempo, señaló con la lanza de hueso en sus manos hacia Han Shuo.
“¡¿Qué… Qué demonios está ocurriendo?!” Han Shuo estaba completamente estupefacto. Observó a Han Hao y luego a la Madre de Todo, con una sensación de que todo estaba por colapsar.
La Madre de Todo seguía siendo todo sonrisas. “Buen chico, Han Hao. Ahora, Han Shuo, ¿piensas que sólo tu línea de sangre y tus artes demoníacas imperfectas son suficientes para que él creciera hasta donde se encuentra? Oh, Han Shuo, desde que este chico obtuvo la lápida, un rastro de mi sangre y estigma se manifestó en su interior. Tu lo ignorabas completamente”.
“No hay manera de que él fuera capaz de madurar tan rápidamente sin mi sangre y estigma, hasta el punto en que pueda rivalizar con tu poder. ¿Realmente pensaste que un nuevo Epítome simplemente se formaría de la nada? Déjame decirte, Han Shuo, él es hijo de ambos y es natural para un buen hijo defender a su madre de un padre que trata de asesinarla”.
Esas palabras lo explicaban todo. Han Shuo finalmente entendió cómo su hijo fue capaz de mejorar tan rápidamente e incluso formar una nueva clase de Epítome que no necesitaba un sustento de la fe, a diferencia de Nestor y los otros. ¡La Madre de Todo había plantado una semilla dentro de él desde hace mucho, una semilla que estuvo ociosa todo ese tiempo!
“¡¿Qué le has hecho?! ¡Definitivamente no es él mismo!” Han Shuo gritó. Su corazón se apretó con la vista de Han Hao señalándolo con la lanza de hueso.
“No te preocupes. ¡Tú morirás, pero él vivirá por ti! ¡Él es mi único hijo verdadero, el único que he tenido en toda mi vida – mi Primogénito! Althea tiene razón, siempre he considerado a los Dioses Supremos como mis esclavos. No son merecedores de ser mis hijos. No tiene mi sangre ni mi estigma. Jajajajaja… Han Shuo, realmente te debo mi gratitud. Sin tu sangre y el conocimiento de las artes demoníacas que le transferiste, mi hijo no se habría vuelto tan poderoso. ¡Descansa en paz sabiendo que nuestro hijo será el único gobernante de este universo! ¡Después de que recupere los poderes de Althea y los otros, iré a tu universo para conquistarlo!” La Madre de Todo comenzó a carcajearse de una forma extraña, rompiendo su imagen santificada. “¡Han Hao, asesina a tu padre y este universo será tuyo!”
Han Hao parecía ya no ser capaz de reconocer a su padre después de escuchar esa orden. Cargo hacia este, apuntando sin piedad su lanza hacia él. Al mismo tiempo, la Madre de Todo trató de contener el cuerpo principal de Han Shuo mientras recuperaba las doce Vasijas del Epítome. Incluso con su poder sin estar al máximo, no era alguien a quien Han Shuo pudiera manejar con facilidad. Fácilmente fue capaz de empujarlo con tanta fuerza que él no podía permitirse evadir sus ataques.
“¡Han Hao, vuelve en ti! ¡Soy tu Padre! ¡Tu único pariente!” El cuerpo principal de Han Shuo y su encarnación gritaron en un intento de recuperar a Han Hao. No podía permitirse lastimarlo y en su lugar seguía esquivándolo. Su encarnación rasgó en el espacio de los alrededores mientras su cuerpo principal continuó retirándose de los ataques de la Madre de Todo y lentamente sufrió daños por sus Doce Fuerzas Fundamentales. Sus brazos, pecho, abdomen y cintura fueron lastimados. Incluso con su Cuerpo Invencible del Presagio, no insensible ante los ataques de la Madre de Todo, siendo evidente por la sangre que cubría todo su cuerpo. No tenía más opción que continuar sacrificando almas divinas dentro del Caldero de la Miríada de Demonios para mitigar el daño que sufría.
“Acepta tu destino. Supe de ti hace mucho tiempo y eres sólo un pequeño obstáculo en mi gran plan. La única razón por la que te las arreglaste para vivir hasta ahora no fue gracias a Fernando o Althea. Yo necesitaba que te volvieras lo suficientemente poderoso para que mi hijo siguiera mejorando. Por no mencionar, me beneficiaré de la energía que has amasado”.
“Jajajaja… Una vez que recolecte la energía de tus dos cuerpos, utilizaré tus técnicas para sobrepasar la gran división entre los universos e iré a tu universo y haré lo que me plazca. ¡Entiende que tu destino ha sido escrito y que nunca serás capaz de cambiarlo!” La Madre de Todo se alegraba más mientras el estado dañado de Han Shuo incrementaba.
Althea, quien observaba al lado, no podía hacer nada para ayudar. Su poder se había originado de la propia Madre de Todo, así que incluso si se unía, no sería capaz de hacerle algún daño. De hecho, esencialmente le estaría regresando su energía.
Si esto avanzaba, todos los que habían ido a Aethernia serían acabados de una vez por la Madre de Todos. No habría manera de que se le permitiera salir con vida. El repentino cambio de Han Hao arrojó completamente el plan de Althea y Han Shuo al caos, dejándolos en una enorme desventaja. Mientras tanto, la encarnación de Han Shuo fue apuñalado en el pecho por la lanza de hueso. Han Hao saco lanza e inmediatamente la apuntó hacia la cabeza.
“¡Despierta, Han Hao! ¿Has olvidado el tiempo en que peleamos juntos en la academia en el Continente Profundo? Hiciste toda clase de cosas para mí, me ayudaste a darle una lección a Lisa, ayúdame…” Han Shuo lucía en pánico por primera vez. No era capaz de obligarse a asesinar a Han Hao y las cosas se hacían peores a cada segundo.
Sin embargo, su plegaria desesperada parecía estar funcionando. El rostro de Han Hao repentinamente se volvió oscuro antes de estallar en lágrimas, como si miles de cuchillas afiladas estuvieran siendo enterradas en su cabeza en ese momento. Sus ojos se volvieron claros y luego borrosos de nuevo, alternando entre esos dos estados.
Cuando la Madre de Todo notó el cambio, parecía ligeramente sorprendida, como si no hubiera esperado que Han Hao fuera siquiera capaz de resistir su estigma. ¡Mientras ella planeaba recobrar el control sobre él, el cuerpo principal de Han Shuo intensificó sus ataques como un loco, invocando cientos de miles de demonios del caldero y fusionandolos con su cuerpo principal a pesar del costo! Mantuvo ocupada a la Madre de Todo con un esfuerzo extremo.
“¡Aaaagh!” Han Hao grito más y más fuerte. “¡Sólo tengo un padre y no tengo una madre!”
Cuando dijo eso, perforó con su lanza de hueso hacia la Vasija del Epítome en su cabeza, causando que se partiera. Las siete púas de hueso que anteriormente habían estado flotando en el aire, continuaron sus trayectorias hacia las barreras alrededor de las cabezas de los otros Dioses Supremos.
“¡Noooo!” chilló la Madre de Todo llena de desesperación.
Althea, quien había estado esperando por una oportunidad, finalmente la obtuvo e inmediatamente tiró de las gruesas hebras que se extendían en el Espejo del Destino. Luego, el espejo se partió. Aparte de Fernando, cuya Vasija del Epítome había sido destruida por Han Hao momentos antes, los cuerpos de los otros Dioses Supremos fueron reducidos instantáneamente a polvo en una clara y audible explosión, que fue rápidamente seguida por diez explosiones dentro del cuerpo de la Madre de Todo. Con cada estallido, el color se drenaba de su rostro. Después del último, se tambaleó ligeramente por el poder que la dejaba.
“¡Han Hao, vamos a acabar juntos con esta perra!” Han Shuo gritó.
Con la razón de Han Hao restaurada, trabajaron en conjunto y desataron un bombardeo interminable en la debilitada Madre de Todo, debilitando todavía más su estado actual. Mientras tanto, Fernando estaba de pie junto a Althea mientras observaban al padre e hijo atacando a la Madre de Todo, perforando miles de agujeros a través de ella por los cuales su fuerza vital se filtraba y disminuía.
Repentinamente, el Caldero de la Miríada de Demonios en la mano de Han Shuo succiono completamente a la Madre de Todo en su interior. Usando la energía de las almas de los Dioses Supremos que todavía tenían que disiparse, el caldero se las arregló para mantener a la Madre de Todo sellada en su interior. Han Shuo sostuvo el caldero con fuerza y dijo, “Fernando, abre un pasaje espacial hacia el Pandemonio. ¡Voy a utilizarlo para triturarla lentamente hasta la inexistencia!»
Asombrado, Fernando inmediatamente creo el pasaje y dejo que padre e hijo se marcharan, antes de ir a través del pasaje junto a Althea. Aethernia, sin el soporte del poder de la Madre de Todo, se derrumbó e implosiono en basura espacial.
De regreso en el Pandemonio, la Formación de Recolección del Yin Místico del Noveno Reino fue reactivada, pero en esta ocasión, no estaba infundiendo Yin Místico en el cuerpo de Han Shuo. En su lugar, estaba usando los trozos restantes de las almas de los Dioses Supremos muertos y los demonios del caldero así como el Yin Místico que había estado reuniendo a través de los años para transmutar y refinar a la Madre de Todo.
Pronto, paso un siglo. Con Fernando, Althea y Han Hao manteniendo la guardia, Han Shuo finalmente se las arregló para triturar los últimos restos de la voluntad y conciencia del Creador. Mientras hacía eso, su encarnación comenzó a absorber gradualmente la energía refinada del caldero. Ahora que la Madre de Todo se había marchado, su encarnación era en magnitudes más poderosa que antes.
Han Shuo finalmente emergió del Pandemonio y miró a Fernando, Althea, Gilbert, Emily, los Cinco Zombis de Élite, Andrina, Phoebe, Wasir y los otros. Sonriendo dijo, “ELLA se ha ido. De ahora en adelante, este señor supremo del universo ya no existe”.
“Tú eres el nuevo señor supremo del universo”, dijo Althea con una sonrisa.
“Lo siento, te malinterpreté. Pensé que estabas del lado de los otros diez”, Han Shuo se disculpó sinceramente.
Sonriendo y sacudiendo su cabeza, ella dijo, “no necesitas hacerlo. Había estado esperando esta oportunidad todo este tiempo. Por el bien de lograr mis metas, he hecho más cosas abominables de las que me gustaría. Afortunadamente, te las arreglaste para tener éxito y no me decepcionaste. Por no mencionar, no eres otra Madre de Todo. No harás algo tan cruel e injusto como lo que ella hacía”.
“Han Shuo, ¿cuándo abrirás finalmente un pasaje a otro universo para mí? Estoy impaciente por salir a dar un paseo”, dijo Fernando con una cálida sonrisa.
“Quizás dentro de un siglo. Dejaré que mi cuerpo principal absorba más energía de este universo y romperé a través del reino del Glorioso Señor Demonio. Luego, seré capaz de establecer un pasaje a otros universos para ti”.
“También me gustaría salir y darle un vistazo al exterior”, dijo Althea. Girando hacia Fernando, ella dijo, “vamos. Ya no debemos perturbarlo”.
“Padre, finalmente terminaste”, dijo Han Hao. Ahora, él estaba sonriendo de la manera más natural, algo que anteriormente parecía imposible para una forma de vida artificial como él.
Han Shuo no dijo nada más y simplemente alboroto su cabello. El padre e hijo ya podían entenderse el uno al otro sin palabras.
Luego, Han Shuo giró para observar lascivamente a Emily, Phoebe, Fanny, Helen, Lisa, Sophie, Jasper, Sylph, Hemanna, Donna y Rose. “Sé que todas han estado esperando por mucho tiempo para tener a mis hijos. ¡Y ya no tendrán que esperar por más tiempo, de ahora en adelante, estaremos haciendo bebes y les daré tantos hijos como deseen!”
Las damas se sonrojaron, sonriendo con alegría y excitación.
—- FIN —-