Capítulo 1014: El tiempo se está acabando
Viendo que Han Shuo aceptó, el Dios del Espacio sonrió. El mundo repentinamente se tranquilizó mientras un camino colorido se manifestaba en el cielo, extendiéndose y deteniéndose ante Han Shuo. Se dio cuenta de que había diferentes luces coloridas que chocaban unas con otras, aparentemente capaces de acabar con cualquier cosa en su interior. Pronto, un aura vieja se filtró fuera del camino.
“Ven conmigo. Tengo algo que mostrarte”, dijo el Dios del Espacio, la proyección de su rostro repentinamente se desvaneció mientras él emergía lentamente del camino. Sin embargo, el sonido se sentía como si viniera a sus espaldas.
Las dos almas de Han Shuo sintieron inmediatamente que el aura antigua venía de la figura que emergía desde el camino. Después de algo de vacilación, sonrió y entró en este con sus encarnaciones. Las extrañas energías del espacio contorsionaron sus dos cuerpos y antes de que estuviera listo, un punto brillante apareció en medio del aire, en el cual sus dos cuerpos fueron succionados.
Ahora, se encontró a sí mismo en una mullida cama de nubes. Frente a él estaba un anciano tambaleante quien sonrió y dijo, “gracias”.
Han Shuo inmediatamente supo que este era el Dios del Espacio por la misma aura que venía de su cuerpo, la cual era la marca que lo distinguía como un poseedor del Epítome como Amon y el resto.
“Por nada. Si realmente soy capaz de alcanzar ese nivel de poder, con gusto te daré una mano”. Sus encarnaciones divididas se unieron nuevamente con el poder del espacio.
“Este ya no es el mundo que creaste, ¿cierto?” Han Shuo pudo sentir nuevamente los elementos y la extraña sensación del espacio ya no se encontraba.
“Desde luego que no”. El Dios del Espacio señaló al frente y preguntó, “mira. ¿Qué puedes ver?”
Había una ciudad antigua más allá de la gruesa niebla, rodeada de nubes oscuras que dejaban caer las caóticas energías de la muerte, destrucción, luz y otros elementos que chocaban entre sí. Esto formaba una barrera que encerraba a toda la ciudad.
Han Shuo sintió como si la ciudad tuviera vida propia. A donde quiera que se movía, las nubes la seguían de cerca, formando un hermoso rastro colorido de varios elementos. “¡Esa es Aethernia!” jadeo.
“Es correcto”, el Dios del Espacio dijo mientras asentía solemne, “esta es una fortaleza que se mueve constantemente a su voluntad. Absorbe todas las energías elementales que este universo tiene para ofrecer. Aethernia destruye cualquier cosa que se cruza en su camino. Desde el comienzo de su recuperación, 65 planos han sido aplastados a su paso”.
“¿Por qué haría algo como eso?” ¿Qué poder debía tener la ciudad para ser capaz de destruir todo un plano con tanta facilidad? Si la Madre de Todo puede comandar semejante poder en su estado de reposo, ¿qué tan poderosa debía ser en su mejor momento?
“Creo que Nestor y el resto deben haberte contado que los portadores del Epítome necesitan el poder de la fe. Ese poder viene de la vida consciente a través de todos los planos. Una vez que un plano desaparece, toda la vida en el interior se va y la fe ya no puede producirse. Sin ser capaces de generar fe, los Epítomes escaparan de nuestro control y regresaran a Aethernia”, el anciano se lamentó, “incluso en su estado, ella tiene la ventaja. Lentamente hemos sido forzados a estar arrinconados y a vivir bajo su sombra”.
“¿No hay nada que puedan hacer para detenerla?” Han Shuo sintió un poco de simpatía por los dioses supremos con el epítome cuando vio la barrera de las diferentes energías que rodeaban la ciudad.
“La barrera que protege a Aethernia comprime todos los tipos de energías en este universo. Estas chocan incesantemente en una forma que excede toda complejidad. El poder de nuestros epítomes no es capaz de romper la barrera. Todo lo que podemos ver es cómo destruye uno tras otro. Lo mejor que podemos hacer es evacuar la vida de esos planos de la mejor forma que podemos. Pero muchos de ellos a menudo no están dispuestos a marcharse y dudan que sus planos sean destruidos. Incluso si nos comprometemos con el poder de nuestros santuarios, muchos de ellos comienzan a dudar de su fe y terminan pereciendo con sus planos. Incontables vidas se perdieron en los pasados eones y gradualmente hemos obtenido menos y menos fe. Con suficiente tiempo, ella acabará con nosotros Doce sin dejar Aethernia”.
“¡Qué salvaje!” Finalmente, entendió que tan desesperados estaban los doce. No era de sorprender que la pelea por la fe de los creyentes fuera tan fuerte.
“Quizás no estás consciente de esto, pero cada plano contiene una enorme cantidad de energía la cual es liberada después de su destrucción, sólo para ser absorbida por Aethernia. Eso apura su recuperación. Con cada plano que es destruido, ella recupera una porción de su poder. Ahora, ha recuperado un tercio de lo que perdió. Es por eso por lo que tiene la confianza de que pronto podrá encargarse de nosotros”.
“¿Es así?”
“Es obvio por la trayectoria de Aethernia. ¡Está en curso de colisión con el Elysium!”
La expresión de Han Shuo cambió inmediatamente. El Elysium era la piedra angular para la supervivencia de los Doce Dioses Supremos. Esa era el área con la cantidad más densa de energía en todo el universo. Si era destruida y Aethernia absorbía toda esa energía, los Dioses Supremos no tendrían esperanza de prevalecer.
“Es tan grave como imaginas. El Elysium por sí mismo contiene más energía que todos los planos combinados que ha destruido. Ella recuperará otro tercio de su energía si tiene éxito y nadie en este universo será capaz de ser su rival”, dijo el Dios del Espacio con desesperación.
“¿Cuánto tiempo nos queda?” Han Shuo preguntó, entendiendo la gravedad de la situación.
“Alrededor de 230 años al ritmo que Aethernia se está moviendo. Debemos hacer las preparaciones necesarias y romper la barrera durante ese tiempo. La batalla de los dioses también tiene que concluir antes de que ocurra. ¡De lo contrario, nadie será capaz de escapar de ella!”
“Realmente es un asunto muy urgente…” dijo un hombre con la piel de color rojo que apareció de un estallido de fuego. Parecía estar cubierto en llamas ardientes gracias al denso elemento de fuego que lo rodeaba y era incluso más caliente que el sol.
“Chartrice, también viniste”, dijo el Dios del Espacio.
“Fernando, pensé que estabas oculto. Parece ser que tú después de todo ‘estás’ preocupado por Aethernia”. El Dios del Fuego sonrió y giró hacia Han Shuo. “Eres Han Shuo, ¿cierto? He esperado mucho para reunirme contigo. Aunque, no pensé que así sería nuestro primer encuentro. ¿Algún pensamiento de la inminente llegada de Aethernia?”
Chartrice se acercó a él sin reservas mientras hablaba, llevando su ola de calor junto a él. Las dos encarnaciones de Han Shuo casi se derretían por la sensación ardiente. Retrocediendo un poco, giró hacia Aethernia y sonrió. “¿Qué más hay además de pensar sobre la forma de detenerla?”
“Asumiendo que exista una manera”, Chartrice dijo con una sonrisa burlona. Miró a Han Shuo, pareciendo algo decepcionado y giró de nuevo hacia Fernando. “¿Estamos impotentes incluso después de tantos años? Si de alguna manera pudiéramos llevar a Aethernia a otro universo, no tendríamos que esperar aquí como patos de madera”.
“Si tuviera ese poder, yo habría dejado este universo desde hace mucho sin preocuparme de sí el resto de ustedes podría sobrevivir”, Fernando se burló directamente. No parecía feliz de ver a Chartrice.
Una gigantesca gota de agua tan clara como el cristal apareció ante Han Shuo y lo rodeo antes de que pudiera reaccionar. No importó cuanto luchara, no era capaz de liberarse.
Una hermosa mujer salió lentamente del vacío. Su piel era tan clara que casi se podía ver a través de ella y un aura helada irradiaba de ella. Le dio a Han Shuo una mirada desdeñosa mientras él continuaba tratando de liberarse. “¿No es un poco temerario para nosotros poner todas nuestras esperanzas en alguien así? ¡No hay manera de que él sea capaz de romper la barrera incluso si le dan dos milenios!”
“Si tienes otras ideas, Monroe, entonces lo intentaremos. Seguiré tu guía si puedes romper la barrera”, dijo Nestor mientras se manifestaba junto a Cratos y Amon, observando burlonamente a la Diosa del Agua.
Monroe resopló y retiró el agua que había atrapado a Han Shuo.