Capítulo 411: La Promesa
Sin luz de velas oscilando ni fuego ardiente crepitante, la habitación estaba tan cálida y agradable por el calentador, uno ni siquiera sentiría frío incluso si solo llevara ropa fina. La Piedra de la Luz en el soporte de la cama iluminando la habitación: era estable y suave luz amarilla iluminaba la colcha y la alfombra, le hicieron recordar sensaciones extrañas.
Sentado al lado de la cama y escuchando los ocasionales chirridos de los ductos, Roland sintió como si estuviera en un sueño. Era como si él no estuviera en una monarquía atrasada ni una sociedad moderna llena de productos electrónicos, más bien en algún lugar en medio de… su infancia.
Los recuerdos de su infancia se parecían mucho a la escena que tenía delante: todo estaba cubierto de un tenue tono amarillo, ya fuera una bombilla, una película o una foto.
La única diferencia era que Anna no estaba entre sus memorias de su infancia.
Ante este pensamiento, se giro y miró a la niña sentada al borde de la cama.
Ella estaba leyendo un libro de cuentos. Su cabello rubio en su frente brillaba bajo la luz y sus largas pestañas temblaban ocasionalmente, lo que la hacía parecer extremadamente conmovedora. Sin embargo, la parte más extraordinaria eran sus ojos, tan claros como lagos, incluso bajo su reflejo de la Piedra Mágica. La única diferencia con respecto a hace un año era que ese par de ojos ya no eran un lago tan tranquilo.
Su sola existencia hizo que la imagen completa fuera vívida. Anna no solo era un color diferente del resto de ese escenario, sino también un marcador que separaba su realidad de la memoria. Verla le suponía que todo era real.
«¿Qué estás mirando?» Anna ya había dejado el Libro Mágico y estaba mirando a Roland. «¿Yo?»
«Ejem…» Roland movió su vista inconscientemente, pero rápidamente los regreso de nuevo. «Uh-huh… Eso es correcto.»
Después de pasar un año juntos, los dos se conocían bastante bien. Roland no era tan pasivo como lo había sido antes, y ya que estaban solos en la habitación, era más abierto acerca de las emociones que había contenido durante tiempo.
Se miraron y estallaron en carcajadas al mismo tiempo.
«¿Crees que mi demanda es un poco demasiado terca?» Anna negó con la cabeza y sonrió. «Claramente, todo el mundo se preocupa por mí, pero los alejé a todos.»
«No te preocupes por eso.» Roland dijo con sus manos extendidas, «Ellos solo estaban sorprendidos por tu reacción en ese momento-«
«Si no fuera por los ‘métodos antiguos’ sugeridos por la señorita Agatha, no habría hecho esta petición», dijo Anna, sacando la lengua, lo cual fue movimiento lindo que rara vez hacía. «Pero supongo que las otras hermanas harían lo mismo. Entonces estarás ocupado.»
Roland sonrió resignado y dijo: «Creo que solo pedirían un poco más de pan helado.»
Después de enterarse de que Anna iba a tener su Día de Despertar, Agatha contribuyó al instante con su experiencia adquirida en la Ciudad Santa de Taquila, según la investigación de la Federación, el Día del Despertar o el Día de la Edad Adulta, una bruja necesitaba vaciar por completo su poder mágico para disminuir la influencia de la mordida. Además, las emociones de la bruja también eran muy importantes: las emociones positivas, como la felicidad y la satisfacción, aumentarían enormemente su resistencia. A demás para Algunas brujas excepcionales, la Federación incluso envió personal para cumplir sus deseos en su Día de Edad Adulta.
Después de saber eso, Anna solicitó a Roland que la acompañara en su Día de Despertar.
«Gracias a la señorita Agatha, lo estoy pasando bien.» Ella confesó. «No pude pasar mi Día de Edad Adulta contigo, pero puedo compensarlo con mi Día de Despertar.»
Viendo expresión sincera en el rostro de Anna, Roland casi se sonroja. Se aclaró la garganta, sacó un delgado libro atado con una cinta colorida de la espalda y se lo dio. «Un regalo para tu Día delDespertar.»
La razón por la que se apresuró a escribir el conocimiento de cálculo avanzado era por que quiera terminarlo antes de este día. Para una bruja, el Día de Despertar era más importante que su cumpleaños y casi podía verse como un renacimiento. A Roland siempre le había costado elegir regalos para las vacaciones, y esta vez no fue diferente. Después de atormentar su cerebro, decidió darle a Anna nuevos conocimientos como regalo: Anna tenía talento para aprender y apetito por nuevos conocimientos, por lo que eligió su regalo en subsecuencia a ello.
Sin embargo, después de recibir el libro con cubierta naranja, no lo abrió al instante como solía hacerlo. En cambio, ella lo dejó junto con el Libro Mágico y dijo: «Gracias.»
«El libro de cuentos… ¿Has terminado de leerlo?»
«Aún no.» Anna negó ligeramente con la cabeza. «Pero quiero escuchar algo especial.»
«¿Especial?» Roland estaba un poco asombrado.
«Sí.» Dijo con una sonrisa: «Tu historia, la última vez que me quedé dormida mientras la escuchaba y hoy espero seguir escuchándola.»
«¿Quieres decir el día en que nos acostamos juntos?» Roland frunció los labios. De repente sintió el impulso de contarle sobre su verdadera identidad y no ocultarla más. «¿Todavía recuerdas que una vez te dije que solía vivir en una gran ciudad? Por una gran ciudad, no me refería al Reino de Graycastle.»
«Lo sé.»
«¿Huh?» La respuesta de Anna fue impactante para él.
«Cuando lo pensé, encontré que esas historias que me dijiste no podían haber sucedido en el palacio de Ciudad del Rey», dijo con una sonrisa. «No lo olvides, he leído repetidas veces Crónicas de Graycastle.»
«¿Es eso así?» Roland vaciló por un momento. «En realidad…»
«No tienes que decir nada». Anna lo detuvo. «Estás dudando, lo que significa que no es fácil de decir, ¿verdad? Entonces no lo digas. Además, no es difícil de adivinar. Creo que no soy el único que tiene este sentimiento. Cuanto más nos acercamos a ti, más nos sentimos de esta manere: eres diferente de todos los demás.» Ella hizo una pausa. «¿Qué pasa si… apostamos?»
«¿Apuestar… en qué?»
«Vamos a apostar cuánto puedo adivinar sobre la historia de tu vida.»
De repente, Roland recordó un juego que solía jugar cuando era pequeño: la cápsula del tiempo. «El juego funciona así: escribías tus sueños para el futuro en una nota, y las colocabas en una lata y las recogías unos cuantos años después… Aunque algunas notas faltarían, mirarlas después te darían una sensación indescriptible.
Él no preguntó sobre la apuesta. No importa quién gane o quién pierda, ya que probablemente ella lo propuso para consolarme, en lugar de descubrir mi verdadera identidad Debe admitir que, entre todas las brujas, Anna es quien mejor me entiende.
«De Acuerdo.» El asintió.
«¿Dónde nos detuvimos la última vez?»
«Terminé mi estudio bajo la guía de mi mentor…» Roland se rió. «Vamos a empezar desde allí.»
Cuando la luz del amanecer iluminó el horizonte, Anna tranquilamente despertó de su primer día después de su edad adulta.