Capítulo 214: ¿Tu eres Wu Chen, no? (3)
Mu Ru Yue levantó su mirada y al instante un par de ojos morados se encontraron con los de ella.
La ropa púrpura del hombre ondeaba levemente, la máscara de plata en su rostro ocultaba su verdadera apariencia. Sin embargo, ella podía decir que su piel era muy clara. Frunciendo sus labios un poco, esos ojos morados miraron en silencio a Mu Ru Yue.
Había pasado alrededor de medio año desde que había visto a su mujer…
Solo los cielos sabían cuánto la había extrañado durante ese tiempo.
Sin embargo, todavía no podía aparecer a su lado, ya que no quería que sus poderes incontrolables la lastimaran. No importaba lo mucho que anhelaba estar con ella, todavía luchaba contra el impulso de ir a encontrarse y quedarse a su lado otra vez…
El hombre levantó la cabeza para mirar a la pálida Nangong Zi Feng. Un poder abrumador estalló.
¡Hong!
Golpeó el pecho de Nangong Zi Feng en un abrir y cerrar de ojos.
El cuerpo de Nangong Zi Feng fue lanzado hacia atrás antes de aterrizar pesadamente en el piso en un estado lamentable. Miró con asombro al hombre vestido de púrpura junto a Mu Ru Yue.
El brillo que emanaba su figura era aún más agudo con esa maldad entrelazada, subrayado por el dominio absoluto de su aura en el ambiente…
Pero Mu Ru Yue, que estaba a su lado, era tan sorprendente como él.
En este momento, Nangong Zi Feng parecía estar mirando una vez más a la pareja divina de la región central de Chi Zha. La pareja que una vez atrajo la envidia de los cielos y la tierra.
«Hermano mayor Zi Huang…» Nangong Zi Feng apretó los labios fuertemente. Su actitud inicialmente helada se derritió como la nieve ante el sol en el instante en que miró al hombre.
No importa qué, este hombre fue el que ella había amado todos estos años.
«Hermano mayor Zi Huang, finalmente puedo verte…»
Su voz era muy amable. Sus ojos reflejaban la inmensidad del amor que sentía hacia el hombre, mientras lo miraba sin pestañear, pues no quería apartar su mirada de él en lo más mínimo. Ella se embriago con la vista de él como si quisiera compensar todos esos años lejos de él.
El hombre finalmente miró a Nangong Zi Feng.
Pero su mirada era desconocida y fría, por lo que el corazón de Nangong Zi Feng se congeló con inquietud. Hacía tanto frío que no pudo evitar estremecerse.
¿Cómo pudo haberlo olvidado? La memoria del hermano mayor Zi Huang aún no se había recuperado por completo, por lo que no tenía la menor idea de quién era ella. Además, Nangong Zi Feng creía plenamente que el día en que recuperara sus recuerdos sería el día de su muerte…
«Hermano mayor Zi Huang, todavía hay mucho tiempo en esta vida. Definitivamente nos encontraremos en el futuro.»
Nangong Zi Feng se levantó del suelo y se rió débilmente. Miró al hombre con afecto sin disimulo y dijo: «El que te consiga el último definitivamente sere yo.»
En ese momento, obligaría a esta mujer, Mu Ru Yue, a presenciar personalmente cómo rodaban en la cama. Eso le daría una idea de cuánto había sufrido entonces…
El hombre no dijo nada, pero sus ojos morados se llenaron de intención asesina. Un rayo negro de luz salió disparado de su manga como la espada de una espada, aterrizando ferozmente en el cuerpo de Nangong Zi Fang en un instante.
¡Puff!
El cuerpo de Nangong Zi Feng fue lanzado de nuevo hacia atrás y escupió un bocado de sangre. Apretó los dientes fuertemente contra la agonía, porque el dolor en sus órganos internos ya había sido abrumado por el dolor en su corazón.
El hermano mayor Zi Huang quería matarla. Él realmente quería…
A pesar de que ya sabía que nada aparte de Mu Ru Yue le importaba, su corazón todavía se contraía de dolor ante esta nueva prueba.
Nada podría lastimar a una mujer más que ser lastimado por su hombre amado.
«¡Jajaja!» Nangong Zi Feng levantó la cabeza y rió locamente. Si su físico no hubiera sido exquisitamente condicionado, habría ido a encontrarse con el Dios del Infierno en ese momento. Pero a pesar de que había sobrevivido, todos los huesos de su cuerpo parecían estar a punto de romperse…
Nangong Zi Feng se mordió la lengua sin piedad y escupió un bocado de sangre. Una vez que la sangre estuvo expuesta al aire, se transformó en una niebla de sangre.