TBA — Capítulo 30

0

Otto barrió la mesa con los brazos y tiró todo, excepto los vasos, al suelo.

‘Este abuelo es todo un hombre.’

Llenaron sus copas de vino, sin preocuparse por su sabor ácido. La forma que tenían los caballeros de beber vino tinto era simplemente abominable, engullendo el líquido como si fuera simple cerveza, sin necesidad de saborearlo. Después de beber dos copas, cada uno cogió un poco de carne.

Adelmar murmuró mientras comía: «Michael es el tío de Manfred von Vanhenheim, jefe de la Familia Vanhenheim. En fin, la Familia Vanhenheim es…».

Para entender la identidad de Michael, era necesario conocer primero a su familia: los Vanhenheim. Así, Adelmar presentó brevemente la Familia Vanhenheim a Albrecht.

La familia Vanhenheim era bastante singular. Su patrimonio era pequeño, pero todos los hombres de su familia eran caballeros. Luchaban en duelos con otros Lores utilizando sus campeones y se esforzaban por ganar, expulsando así a los Lores de sus propios territorios.

Los duelos eran más frecuentes en la Región Norte y Central que en cualquier otra parte del mundo. Como resultado, varias familias se derrumbaron y fueron aniquiladas de la noche a la mañana.

La Familia Vanhenheim era una prominente familia de guerreros en la Región Central. Entre ellos estaba Michael, al que se le dio el título de «Espada de la Serpiente». Le gustaban los duelos, era un aficionado a matar caballeros. Tenía fama de ser invencible, y muchos le temían.

De hecho, la forma en que su espada se movía alrededor de su escudo, los angulos que tenían sus ataques y la gran variedad de movimientos extraños y ataques extravagantes daban la similitud de estar peleando con una serpiente como arma. Era sorprendente.

«Michael mató a nuestro rey, el Rey Conrad, en un duelo. El problema fue que después de hacerlo, estalló una guerra de sucesión».

La guerra entre Conrad y Leopoldo de la que hablaba la familia de refugiados tuvo lugar, de hecho, después de la muerte de Conrad. Dicho esto, Albrecht se sorprendió de que los dos hombres ante él dijeran despreocupadamente que su rey había muerto; sin embargo, también pensó que la muerte de un rey a través de un duelo podía ser un acontecimiento relativamente común.

Según Albrecht, este mundo se encontraba en el período de transición de la antigüedad a la edad media, lo que significa que todavía quedaban muchas culturas tribales hasta el día de hoy. Incluso los caballeros de esta época todavía mostraban características de la cultura guerrera clásica, existente antes del periodo medieval.

Si el rey era lo suficientemente hombre como para luchar en un duelo con reglas justas, entonces no debería haber ningún reparo en que lo mataran ya que era básicamente legal.

Albrecht le preguntó de repente a Adelmar:

«¿Por qué eligió luchar él mismo? ¿No tenía un campeón que luchara por él?»

«No estoy al tanto de los detalles. He oído que tuvo que ver con una amante. Tal vez su ira le empujó a luchar por sí mismo».

Albrecht no lo entendía del todo. Sin embargo, al recordar a Elisa y lo que había sucedido antes, se preguntó si había sucedido algo similar con el rey.

No había nada que un hombre pudiera hacer si se enamoraba de una mujer.

Por desgracia, después de su muerte estalló una guerra. Albrecht se distrajo, pensando si considerar lo sucedido como una comedia o una tragedia.

Adelmar continuó: «De todos modos, el rey Conrad tuvo un hijo con la reina. Sólo tiene diez años. Así, las intrigas empezaron y Leopoldo insistió en que su hijo también tenía derecho a la sucesión. Quería que la herencia fuera compartida. Era ridículo».

La esposa del rey Leopoldo era la tía del rey Conrad. El joven rey de Adelmar y Otto era primo quinto del hijo del rey Leopoldo. En el Norte y en la Región Central era normal dividir la herencia entre los miembros de la familia. Sin embargo, era ciertamente ilógico que un primo quinto reclamara el derecho a una parte de la herencia. Ni siquiera era hermano del actual rey.

La pregunta de Albrecht sobre Michael pronto pasó a la historia de la guerra mientras seguían bebiendo.

Adelmar le preguntó entonces cómo se había ganado el título de «Mutilador Vertical», así que Albrecht accedió y compartió la historia con indiferencia. Sin embargo, en cuanto mencionó sus peleas, tanto Adelmar como Otto respondieron con admiración. Albrecht, que en un principio no se preocupaba por el orgullo y ahora probablemente estaba borracho, empezó a presumir al recibir las buenas reacciones de sus oyentes.

«Prefiero el título de ‘Rey Caballero’ al de ‘Mutilador Vertical'».

«¿¡’Rey Caballero’!? ¡Qué título tan extravagante!»

Otto resopló fuertemente como si exhalara fuego por la nariz.

«¡Oh! No es un título que inventé yo, sino el pueblo de Roybeck . Lo hicieron después de que matara a una gran cantidad de mercenarios y asesinos. Pronto, los rumores llegarán a este lugar también».

En realidad sólo había unos 20 mercenarios en ese incidente. El resto eran miembros del Gremio de Ladrones. Matar a ese número de personas por sí solo era, de hecho, digno de elogio. Sin embargo, Albrecht, que ahora estaba borracho de vino, comenzó a exagerar la historia.

«¿¡Cien mercenarios!? Eso es imposible!»

Adelmar, que al principio admiraba a Albrecht, también pensó que era una tontería. Y por supuesto que lo era, ya que era una mentira.

Después de eso, los caballeros siguieron bebiendo, compartiendo sus historias entre ellos y alabándose mutuamente.

«¿Pero no sería difícil para el rey reunir un ejército tan rápido y sin previo aviso? No los conozco, pero tú y tus hombres sois todos honorables y tenéis un orgullo que mantener».

No todos los vasallos de este mundo estaban a disposición de sus reyes. Incluso si lograban reunir un ejército tras una excusa viable, los hombres reunidos solían regresar a sus propios territorios tras la convocatoria del rey. El ejercito, entonces, sería establecido después de varios días. Ambos, tanto Otto como Adelmar movilizaron un ejército por el bien de su joven rey, que acababa de ascender al trono.

A pesar de las palabras de Albrecht, las expresiones de los dos hombres no parecían agradables. Adelmar miró la cara de Otto y contestó de mala gana.

«Mi tío Otto es en realidad hermano de la madre del actual rey».

«Ah».

Kaltern era una tierra pionera. Burkhardt se casó con la hija de un jefe nativo. Albrecht no se sintió inferior por esto. Sin embargo, pensó que esta área ya estaba entrelazada y llena de nobles desde hace mucho tiempo.

Albrecht se dio cuenta de que los matrimonios políticos no eran inútiles. Sin ningún parentesco, se preguntó si habrían hecho un ejército para apoyar al joven rey actual.

De todos modos, no era su problema.

Adelmar le pregunto a Albrecht con cuidado, «Um… Sir Albrecht. ¿Le gustaría unirse a nosotros?»

Albrecht tenía tiempo contemplando esa posibilidad, esperando la solicitud. Le pidieron seriamente que se uniera y le ofrecieron un pago también. Sin embargo, la guerra aún no había comenzado. Todavía estaban reuniendo tropas y suministros. Habría que esperar al menos hasta la próxima primavera para movilizar las tropas para la batalla. Si se unía, abandonar Roybeck antes de tiempo no hubiera tenido sentido.

«Perdóname, pero no puedo. Tengo que ir a Penbacht».

«¿Penbacht…?»

Tanto Adelmar como Otto no sabían dónde estaba Penbacht. Conocían los nombres de los territorios y regiones circundantes, pero no los nombres de los pueblos y villas. En esta época del mundo aún no se utilizaban mapas con el mismo nivel de detalle que en la Tierra moderna; sólo los comerciantes y sacerdotes que viajaban por el mundo tenían conocimientos geográficos del mismo.

«Está en la parte sureste de la Región Central. En realidad, no sé exactamente dónde está».

La parte sureste de la Región Central era territorio del rey Leopoldo.

Otto preguntó: «¿Puedo preguntar por qué vas a Penbacht?».

Albrecht miró su vaso lleno de vino y respondió tras un momento de contemplación.

«Maté a un hombre llamado Eric, pero no me hizo nada malo. Me pidió que le entregara algo a su madre antes de morir. Sólo sé que su madre vive en Penbacht».

«¿Eric era un caballero?»

Albrecht negó con la cabeza: «Sólo un plebeyo».

Preguntó Adelmar, confundido. «Entonces, ¿por qué tomarse la molestia de hacer un favor a alguien que ni siquiera es un caballero o un noble?»

Albrecht sonrió furtivamente. Estaba en una época en la que aún no existía el concepto de moralidad o ética. Esta gente no lo entendería.

«Es sólo una promesa a mí mismo. Juré no matar nunca a los inocentes o a los débiles sin motivo».

De repente, las últimas palabras de Rutger vinieron a su mente. Un lujo que sólo un monstruo como yo puede permitirse. ¿Y qué si era un lujo? Con este poder que tengo, me daré todos los jodidos lujos que quiera.

Otto se levantó de un salto de su asiento y sujetó con fuerza el hombro de Albrecht.

«Excelente, caballero».

Parecía realmente emocionado. Albrecht se sintió avergonzado. Incluso Diego no entendía al principio por qué tenía que ir a Penbacht.

Albrecht sonrió y dijo: «Gracias».

Los tres siguieron charlando, bebiendo y comiendo carne. Después de que Adelmar se quedara dormido sobre la mesa, Albrecht y Otto accedieron a abandonar sus asientos. Otto ordenó a un subordinado que guiara a Albrecht a un lugar donde pudiera dormir.

Cuando Albrecht salió del cuartel, se dio cuenta de que la borrachera que había comenzado al mediodía había continuado hasta la noche. Había antorchas encendidas alrededor de la guarnición. Los comerciantes estaban ahora de pie fuera vendiendo armas, prostitutas y otras cosas a los soldados.

Albrecht fue conducido a una pequeña tienda y vio una simple cama en su interior. Se tumbó en la cama, perdido en sus pensamientos.

Cuando se encontró con el demonio que vivía en su cuerpo antes, Albrecht pensó que era el «viejo» Albrecht. Pero no lo era. Era un demonio que vivía en el corazón de todos los seres humanos. Incluso su otro «yo» de la Tierra también lo tenía.

Ese demonio era inmortal. La única forma de mantener alejado al demonio era conocer a gente buena y compartir con ella buenos sentimientos.

Por alguna razón, le agradaron Adelmar y Otto. Albrecht por fin pudo dormir bien después de su largo viaje con una sonrisa en la cara.

Conocer gente buena lo hacía feliz.

Albrecht se levantó temprano y se preparó para partir hacia Penbacht, incluso después de haber bebido tanto el otro día. Estaba preparando su equipo y sus pertenencias -pensando si debía despedirse de Adelmar y Otto- cuando en algún momento, Otto se acercó a Albrecht.

«Espero que llegues bien a Penbacht. Y espero no encontrarte como enemigo algún día».

Albrecht respondió con una sonrisa: «Yo tampoco quiero encontrarme con Sir Adelmar o contigo como enemigo. Os deseo suerte».

Estrechó la mano del anciano para mostrar su respeto. Otto hizo lo mismo.

Albrecht montó en su caballo y se dirigió al sur.

A pesar de ser invierno, el tiempo había sido cálido desde que salió de la guarnición. Era algo bueno en un viaje durante el invierno.

Después de unos días, Albrecht finalmente se quitó la hierba de la herida. Sus heridas todavía le quemaban un poco y le picaban. No era bueno vendar las heridas con demasiada fuerza.

Pasaron algunos días más mientras se dirigía al sur. Vio algunas aldeas más en ruinas, algunos cadáveres tirados en el suelo.

Y se preguntó si existía un listón al que llegar para considerar algo una tragedia. ¿Debía considerarse algo bueno que no se produjera una masacre? Si, pero al final, dichas personas murieron al perder toda su comida y dinero. ¿Debían limitarse a pelar la corteza de los árboles y luego hervirla? ¿O desenterrar las raíces de la hierba y comerlas para sobrevivir?..

Albrecht había jurado ayudar a los débiles hasta donde pudiera, pero no era un santo. Tenía problemas de los que preocuparse. Ya se había comido todo su arenque ahumado y ahora vivía de pan duro y cecina, e incluso tenía que comerlo con moderación. No había pueblos ni posadas decentes en las cercanías debido a la inminente guerra, sus monedas de oro y plata de repente eran inútiles.

Se preguntaba qué debía hacer con esta interminable tragedia cuando en realidad, no había nada que pudiera hacer, aún con sus conocimientos modernos de la Tierra. Tamp quería actuar imprudentemente utilizando sus conocimientos de la Tierra moderna e inducir una tragedia mayor.

Albrecht se consideraba casi invencible como individuo, pero superar este tipo de problema era algo completamente diferente incluso para él. No obstante, recordó que la historia se mueve gradualmente, por etapas; que incluso cuando se le obliga a acelerar, no iría más allá de sus límites.

Entonces, ¿qué tal si primero se establece una dinastía que unifique todo el territorio? ¿Qué tal si al menos corregía el sistema y mejoraba la seguridad de la nación? La siguiente generación podría ocuparse de los problemas que puedan surgir si el sistema resultaba no ser perfecto.

¿Podría haber una verdadera razón para unificar el mundo? ¿Habría masacres y saqueos en el proceso? ¿Hasta qué punto era posible? ¿Podría hacerlo por sí mismo?.