GDK – Capítulo 949

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Capítulo 949: ¡Chao!


Dhaka, Dagmar y Asser nunca habrían imaginado que su viaje terminaría con pérdidas tan pesadas y abrumadoras. Fue tan rápido y feroz para que pudieran reaccionar.

Las tres montañas en su mayoría se habían hundido en el suelo antes de que siquiera hubiera pasado un minuto mientras las explosiones rugían poderosamente desde las profundidades. Tomó sólo un momento para que miles de vidas fueran tomadas. Esta era posiblemente de las peores pérdidas que alguien había sufrido en la Franja.

El retumbar hacia un eco que no paraba. Las que fueron una vez tres montañas se hundieron hasta la mitad en el suelo, estas se agrietaron abriéndose al medio. El poder que había estado desarrollándose dentro de las montañas fue desplegado en un estallido energético, causando que muchos cazadores de dioses dentro de las montañas aullaran en agonía. Una figura ensangrentada detrás de otra salió de las montañas.

Fue en ese momento que la gruesa nube de humo comenzó a descender desde el cielo mientras llevaba la más aterradora de las fuerzas. Muchas de las figuras que fueron enviadas a volar desde las montañas fueron aplastadas por la inmensa presión, antes de que aterrizaran con audibles salpicaduras y se convertían en pasta de carne.

Resultaba que el humo negro flotando sobre el valle que había estado reuniendo gases corrosivos en esas montañas había estado esperando ese momento.

Las tres montañas se habían convertido en el infierno en la tierra. Incluso aunque las explosiones habían disminuido, los aullidos de dolor nunca se detuvieron y se volvieron más fuertes a unas frecuencias que helaban los huesos.

Gradualmente, el polvo y las explosiones se asentaron. Después de que el humo que descendió tomó otros cientos de vidas, desapareció en la nada.

Cenizas y polvo seguían cayendo desde el cielo en lugar de fragmentos rocosos. Parecía como si la paz y el silencio hubieran regresado.

Las tres montañas se habían hundido completamente en el suelo, como si no hubieran sido reducidas a completos escombros. Gradualmente, figuras cubiertas de heridas salieron desde las montañas con huesos rotos y sangre en las esquinas de sus bocas. Había sólo decenas de ellos que salieron ilesos y todos ellos eran poderosos dioses altos.

Dhaka, Dagmar y Asser fueron los últimos tres que salieron de las montañas. Viendo a sus lamentables subordinados, sus expresiones se oscurecieron, eran como volcanes que podían estallar en cualquier momento.

Salas también se las arregló para salir. Una vez más, experimentó de primera mano el terror de la Casa Han.

Pero en ese momento, tomó la decisión de nunca más pelear con ellos. No era que él fuera un cobarde, simplemente era que ellos superaban por muchos sus expectativas, basado en el hecho de que Dhaka y los otros dos perdieron casi la mitad de sus hombres antes de siquiera encontrarse directamente con su enemigo.

Mirando hacia atrás, Salas recordó como él, al igual que esos tres, se llenó con la ambición de eliminar el Pandemonio. Aun así, se encontró atrapado en una clase de barrera extraña con ninguno de sus subordinados siendo capaz de tocar ni siquiera a una persona de la Casa Han. Él también había sufrido una pérdida tan pesada como esta.

Habiendo visto que ocurrió nuevamente, Salas fue humilde y aceptó su completa derrota. No era rival para Han Shuo en una pelea uno a uno y el poder de los guardias de la Casa Han era inigualable para la mayoría. Junto a las locas defensas que empleaban, Salas ya no estaba seguro de que pudiera permitirse pelear en su contra.

Decidió que olvidaría completamente el asunto de meterse con ellos. Inicialmente, había planeado arreglar cuentas con la Casa Han una vez que todo acabara, pero ahora tenía la certeza de que este no era el camino que deseaba recorrer.

“Vamos a contar nuestras pérdidas”, dijo Dhaka después de un largo período de silencio y luego de suspirar pesadamente.

Sus ayudantes que no se atrevieron a hablar en todo ese tiempo inmediatamente llevaron a cabo sus órdenes. Dagmar y Asser también les ordenaron a sus subordinados hacer lo mismo.

Estos pasaron lista entre ellos diciendo sus nombres uno después de otro, pero sólo la mitad de ellos había respondido. Dhaka y los otros dos Superiores parecían incluso más sombríos.

Pronto, el veredicto salió. Cada uno de ellos había llegado con más de un millar de subordinados, pero sólo sobrevivieron la mitad. Sólo alrededor de dos mil cazadores de dioses en total lograron salir de las montañas con vida y con variedades de heridas, todo esto antes de que se encontraran con un solo miembro de la Casa Han.

“¡Salas!” Dagmar rugió mientras le disparaba una mirada furiosa.

“Estábamos por dejar el lugar, pero insististe en que entráramos, ¿qué tiene eso que ver conmigo?” Salas dijo de forma grosera. Observo fríamente tanto a Dhaka como a Asser. “Huh, ¿así que si algo sale mal, toda la culpa ira sobre mí? ¿Es así cómo se comportan normalmente?”

“¿Cómo supo la Casa Han que veníamos? ¿Cómo se las arreglaron para poner una trampa? Salas, ¿cómo es que dices no saber nada sobre esto?” Dagmar reprendió mientras su trono se acercaba rápidamente hacia Salas.

“¡Por supuesto que no se nada sobre esto!” Salas señaló a Dagmar furiosamente y continuó, “¿piensas que los traicioné? ¡Maldición, fui sacado de la Franja por Bryan y la Casa Han, mi montaña fue barrida por él! ¡Ya ni siquiera tengo un hogar al cual regresar! ¿Y ahora me estás diciendo que los vendí con él? ¡¿Te has vuelto loco debido al Fragmento del Epítome?!”

“No creo que la Casa Han tenga la posibilidad de saber todo esto. En primer lugar, si no fuera por ti guiándonos a este lugar, nunca habríamos llegado a este lugar”, dijo el usualmente silencioso Asser. Al parecer también comenzó a sospechar de Salas.

Este, asombrado, repentinamente retrocedió a una distancia segura de esos tres. “¡Te has vuelto loco! Me estás culpando por la pérdida de tus hombres. ¡Creo que no hay nada que decir! ¡Me voy de aquí y dejaré que ustedes lidien con esto como deseen!”

Después de eso, antes de que pudieran responder, Salas se transformó en un relámpago y se alejó en la distancia.

Dhaka, Dagmar y Asser quedaron en blanco. No pensaban que él se fuera de esa manera.

Los tres habían empujado la responsabilidad del incidente sobre Salas debido a unas simples sospechas, pero estaban más preocupados por encontrar a un chivo expiatorio para sus horribles pérdidas. Si no culpaban a alguien más, sería muy duro justificar semejante liderazgo incompetente ante sus subordinados.

En verdad, nunca habían creído que Salas unió fuerzas junto a Han Shuo. Como el primero dijo, tenía un tremendo odio hacia la Casa Han. Habían investigado las experiencias de Salas en el Pandemonio antes de invitarlo a que se les uniera, así que aunque lo estaban culpando, en realidad no actuarían en su contra.

Si realmente hubieran sentido que los traicionó, no habrían dejado que él lo supiera. En su lugar, lo atacarían mientras estaba con la guardia baja. Ni siquiera le darían la oportunidad de explicarse.

En ese momento, los tres parecían haber empeorado las cosas. No esperaban que Salas se marchara sin vacilaciones. Habiendo perdido a su guía, las cosas serían mucho más difíciles para ellos, especialmente con las pérdidas que sufrieron.

“¡Maldita sea, realmente se ha ido!” Rugió Dagmar. Todavía estaba lleno de una gran rabia. Quería ventilarla en Salas, pero eso sólo causó que este se marchara.

“No hay nada que hacer. Dada nuestra fuerza actual, deberíamos ser capaces de lidiar con el Pandemonio si no caemos en más trampas”, remarcó Dhaka. Sabía que los tres no podrían permitirse más divisiones. Incluso si todavía estaba frustrado por lo ocurrido y quería desquitarse con Dagmar, no tuvo más opción que soportarlo.

Dhaka había llegado con la confianza y la ambición de cómo aplastar al extremo a la Casa Han, aun así, en ese momento no podía asegurar si podría lidiar con el Pandemonio.

«¡Es verdad! Definitivamente podremos aplastar el Pandemonio”, enfatizó el Superior, sonaba más como si se estuviera consolando. Dado lo malo de las pérdidas que tuvieron, nada que pudieran decir podría sonar realmente convincente.

“Vamos a atender primero sus heridas. Es mejor que dejemos de inmediato este peligroso lugar”, Asser dijo, sintiéndose un poco intranquilo ante la visión de las tres montañas hundidas.

Los otros dos aceptaron y les dieron un tratamiento preventivo a sus cazadores lastimados, antes de partir.

Poco después de que se fueron, Han Hao y Han Hao salieron de una de las grandes grietas bajo el piso. Han Shuo observó los alrededores desde el aire y dijo con un poco de insatisfacción, “que pena que no tuvimos más tiempo para calibrar la formación. La implosión fue asimétrica, haciendo que el campo se redujera a una fracción de lo que podía llegar. De lo contrario, las tres montañas no sólo habrían colapsado – en su lugar habrían explotado. Si hubiera ocurrido, Dhaka, Dagmar y Asser se habrían lesionado y ni qué decir de sus subordinados”.

“Padre, este ya es un buen resultado. ¡Dudo que sean capaces de causarle más problemas al Pandemonio después de las pérdidas que tuvieron aquí!” Han Hao miró las grietas y dijo, “¿el colapso de las montañas y las grietas en el suelo afectarán mi palacio subterráneo?”

“De cierta manera. Pero no te preocupes. Después de que esto acabe, Han Jin y Han Tu serán capaces de restaurarlo. Estoy seguro de que las rocas que se han reunido allí abajo harán que tu palacio sea incluso más seguro”, Han Shuo dijo sonriendo.

Mientras hablaba, agitó su mano y reunió en su Caldero de la Miríada de Demonios las almas de los cazadores de dioses que todavía tenían que disiparse. “Vamos. Los veremos pronto en el Pandemonio”.

“Dudo que se atreva a mostrarse de nuevo”, dijo Han Hao con una sonrisa. Encontró que meterse con Dhaka era algo muy interesante.

“Eso también estaría bien. De hecho, eso sería lo ideal. Dejar que vayan al Nexo. Logue y Tyre también estarán allá, así que lo mejor sería que se acabaran entre ellos”, dijo Han Shuo con una risa de corazón antes de marcharse junto a la encarnación a medias del pequeño esqueleto.