EAA — Capítulo 148

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Capítulo 148: Adorando a la Mujer del Rey Fantasma (2)


En ese momento Mu Ru Yue sonrió, pero esa sonrisa no contenía ni una pizca de calidez. De hecho, era tan siniestra que podía provocarle escalofríos a cualquiera.

«Como sabes que no me agradas, entonces deja de venir a hostigarme. Eres incomparable a Ye Wu Chen, no te puedes comparar con un solo cabello suyo.»

En ese momento, Ye Yi Hua se calló. Nadie sabía lo que estaba pensando, pero Mu Ru Yue no quería seguir interactuando con el hombre que tenía delante, así que se volvió para irse.

Justo cuando quería alejarse, la agradable voz del hombre se escuchó detrás de ella. «Mu Ru Yue, debes saber que la Familia Xiao ha venido a nuestro Reino de Zi Yue como invitada, y como son invitados de la Familia Xiao, necesitarán al noble de más alto rango del Reino de Zi Yue para entretenerlos. En el Reino de Zi Yue, excluyendo al Rey Fantasma y a usted, el noble de más alto rango sería Ye Tian Feng, un discípulo del Gran Maestro Tian Yuan. Como Su Majestad sabe que a ustedes dos no les gusta ser molestados, permitió que Ye Tian Feng entretuviera a los invitados de la Familia Xiao.»

Mu Ru Yue detuvo sus pasos, pero no giró su cuerpo ni enfrentó a Ye Yi Hua. Ella solo quería escuchar lo que Ye Yi Hua tenía que decir.

«Cuando el miembro de la Familia Xiao fue a la Mansión Jing, se encontró con Mu Ting Er…» Ye Yi Hua hizo una pausa por un momento antes de continuar, «Mu Ting Er habló muchas cosas buenas sobre el Rey Fantasma hacia la Joven Maestra de la Familia Xiao, y sumado a los rumores que circulan por la ciudad, hizo que la Joven Maestra de la Familia Xiao se interesara por el Rey Fantasma. Lo que quería decirte es que la Familia Xiao es extremadamente fuerte, por lo que sí a la Joven Maestra de la Familia Xiao le gusta Ye Wu Chen, ¿crees que ustedes dos todavía pueden estar juntos, solos?”

Mu Ru Yue se rió entre dientes, y en su exquisito rostro apareció cierta resolución «No importa quién sea, todavía creo en Wu Chen. Creo que en esta vida… no me defraudará.»

‘Siempre creeré en su juramento…’

Al ver la figura en retirada de la joven, Ye Yi Hua casi se vuelve loco. ¿Cómo podría seguir diciendo esas palabras tan completas después de enterarse de la Familia Xiao?.

Esa Joven Maestra de la Familia Xiao era arrogante y déspota, así que era seguro que no dejaría que nadie le arrebatara algo que ella deseaba.

¿Por qué aún podía decir que confiaba en él?.

De repente, Ye Yi Hua estaba un poco celoso de Ye Wu Chen, quien podría descubrir una perla tan hermosa…

‘Si … Si no fuera por los burdeles y no tuviera concubinas, ¿habría tenido la oportunidad de atraparla?’ Sin embargo, él sabía que no podía quedarse con solo una chica en su casa durante toda su vida… entonces el Rey Fantasma siempre tendría esta ventaja sobre él, y por tanto, estaba destinado a que él no fuera capaz de estar con ella.

Dentro de la Mansión Jing, Mu Ting Er estaba sentada en un pabellón, perdida en sus pensamientos mientras apoya su mejilla con sus manos. Aunque su cuerpo era muy débil y su cara era ya del tamaño de una palma, había una leve sonrisa en su rostro. Era obvio que sus días en la Mansión Jing no eran ideales; sin embargo, en comparación con su tortura física, lo que le rompió su corazón fue la frialdad de Ye Tian Feng, ya que incluso hasta este momento, todavía no podía creer que Ye Tian Feng, quien previamente había prometido amarla toda su vida, la tratara de esa manera…

¿Qué había hecho mal como para que la tratara de esa manera?.

Cuando ella lo vio amando a otra persona todos los días y escuchando los sonidos que ambos hacían, solo los cielos sabrían lo angustioso que resultó todo para ella. ¿Cómo puede alguien no tener el corazón roto cuando su amado se acostaba con otras?.

En ese momento, solo necesitaba cerrar los ojos y esas escenas aparecerían en su mente…

Mu Ting Er rió, revelando una sonrisa resentida, pero mientras ella ríe las lágrimas caían por sus mejillas. «¡Mu Ru Yue, mi actual situación es todo culpa tuya!»

Nunca podría olvidar lo que Ye Tian Feng le contó ese día…